Los objetivos de la Unión Europea en materia de lucha contra el cambio climático pasan por reducir las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero) en el horizonte 2050 entre un 80% y un 95%, respecto al nivel de 1990. Para alcanzar este reto, la Comisión Europea ha aprobado unos objetivos intermedios vinculantes para los países, que incluyen una reducción de las emisiones domésticas de GEI de al menos un 40% y llegar a una cuota del 27% de energías renovables en el horizonte de 2030.

Para lograr tales emisiones y mitigar los efectos del calentamiento global resulta clave descarbonizar el sistema energético. Según recoge el informe Un modelo energético sostenible para España en 2050, elaborado por Deloitte, «es necesaria una transición energética inteligente y flexible, que garantice el cumplimiento de los objetivos económicos y ambientales internacionales, dado que las nuevas tecnologías que harán posible la completa descarbonización tienen todavía un largo camino de maduración». Las nuevas tecnologías a las que se refiere el informe son las energías renovables. Sin duda, con una creciente implantación a costes competitivos en todo el mundo, este tipo de energías están llamadas a desempeñar un papel indispensable a la hora de avanzar hacia un balance global cero en emisiones.

ENERGÍAS RENOVABLES

Parte del crecimiento que están experimentando las renovables se debe a sus numerosas ventajas: no producen emisiones de CO2, generan pocos residuos o reducen la dependencia del exterior. No obstante, este tipo de energías presentan también algunos inconvenientes, como es el caso de su intermitencia, es decir, dependen de que haya recurso: viento o sol. Esta característica de las renovables, unido a su incapacidad actual para almacenar la energía eléctrica en grandes cantidades, hace que estas tecnologías de generación tengan que complementarse con otras que aseguren una respuesta rápida cuando dejan de producir. Y este papel lo cumple a la perfección el gas natural.

El gas natural es la fuente de energía más limpia, menos contaminante y con menor contenido en carbono de todos los combustibles fósiles, por lo que toma una especial importancia para la reducción de las emisiones de agentes contaminantes y para la mejora de la calidad del aire. En comparación con otros combustibles, reduce considerablemente las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y casi completamente las de partículas en suspensión y dióxido de azufre (SOx), grandes causantes de problemas de salud respiratorios.

Papel decisivo

El gas natural puede desempeñar un papel decisivo en la transición energética para lograr un sistema bajo en emisiones de carbono, a través de iniciativas como la cogeneración en industrias y en el sector residencial, como fuente de energía que sirva de respaldo de las energías renovables, así como su uso en el transporte terrestre y marítimo, según señalan varios expertos e informes sobre la materia. El gas natural ofrece ventajas singulares respecto a otras fuentes de energía, siendo además una de las tecnologías más eficientes económicamente. Los beneficios pasan por la mejora medioambiental, la competitividad industrial, la garantía de suministro y que permite la penetración de las renovables.