Rafael Benavent Adrián es el presidente de honor de la Fundación Universitat Jaume I - Empresa (FUE-UJI), pero también el presidente de la compañía cerámica Keraben Grupo, una de las firmas líderes mundial. Su trayectoria está ligada al éxito de la provincia de Castellón y sus opiniones, valoradas a nivel de toda España. El próximo viernes, 17 de febrero, la FUE-UJI le rendirá un merecido homenaje para destacar su labor en la entidad, que cumple 23 años de historia. Con la serenidad y el aplomo que dan los años, no se muerde la lengua.

--¿Cómo valora el reconocimiento que va a recibir?

-Muy contento... ¡y hasta orgulloso! Es una iniciativa que sale de las bases, de las empresas, y me hace sentir muy afortunado por tener gente que me aprecia tanto. A todo el mundo le gusta sentirse querido. ¡Y yo me siento!

--¿Cómo detectó la necesidad de crear la FUE-UJI?

--No fui yo solo, sino un grupo de personas. La FUE de Castellón se creó casi al mismo tiempo que la universidad. Estaba el cardenal Enrique Tarancón, Jaime Lamo de Espinosa, el presidente de Tragsa… ¿Por qué? Porque los empresarios sabíamos que la gente se quejaba del gap que había entre la universidad, donde se generaba la ciencia, y la empresa.

--¿Y eso ha cambiado?

--Continúa ese gap, y lo habrá siempre. Y eso que hemos hecho grandes esfuerzos. Depende mucho de la voluntad de los propios profesores. Ellos no van a buscar al mundo de la empresa, se lo tenemos que brindar nosotros. Ese es uno de los grandes papeles de la FUE: divulgar el conocimiento que genera la Universitat Jaume I y verterlo a la sociedad.

--¿Eso no va en contra de la calidad de la educación?

--Lo que es claro es que es un dinero que se está invirtiendo en algo que no da todos los resultados que podría dar. No cuestiono la calidad de la enseñanza, pero en el ránking de Shanghái no hay ninguna universidad española entre las 200 primeras.

--¿Le falta receptividad a la comunidad académica?

--El problema está en las dos partes. No todos los empresarios u organismos acuden a la universidad, ni tampoco la universidad se acerca a la sociedad a decirle lo que está haciendo. Pero el dinero sale de los impuestos de todos.

--¿En qué punto está la FUE?

--Somos la fundación que tiene más patronos de España. Estamos bien situados.

--¿Qué está haciendo ahora mismo la entidad?

--Pues un ensayo que puede ser interesantísimo: hacer que los profesores vayan a las empresas. Eso es importantísimo, porque en general los profesores no tienen una idea de la realidad empresarial. Hemos tenido 11, y esperamos conseguir que muchos más catedráticos se sumen, porque el resultado es espectacular. No nos damos por vencidos. Queremos que se den cuenta de que esa herramienta puede ser interesante para mejorar su capacidad didáctica.

--El mundo está globalizado. ¿Los jóvenes que salen de la universidad de Castellón están preparados para afrontar la realidad laboral y trabajar no solo en Onda, Nules o l’Alcora, sino para ir a Singapur, China, India…?

--Pues ojalá sea así, pero para empezar, una persona que acaba debe saber inglés.

--¿Es una asignatura pendiente?

--Una vez le dije al rector: «¿No os sentís responsables de la miseria lingüística de los estudiantes de esta universidad? Permitiendo que salgan de aquí sin saber inglés... ¡al menos inglés! Ya no digo dos idiomas.

--¿Quiénes son los culpables?

--Los poderes públicos no muestran las más mínima importancia al inglés. Acabo de leer el programa del nuevo conseller y resulta que prestan más importancia al valenciano que al inglés. ¡Pues no lo comparto! Yo hablo valenciano, aunque tampoco es el que se habla ahora. Están sembrando algo que aquí no era ningún problema y va a ser un problema, porque eso va acompañado de un pancatalanismo. Eso sí, tampoco el PP cuando ha mandado ha hecho nada para promocionar el inglés.

--Ninis, millennials… ¿Los estudiantes son conscientes de lo que cuesta la educación?

--No hay que culpar de todo a los estudiantes tampoco. Las universidades son muy celosas de sus privilegios. Les falta esa apertura a la sociedad.

--¿Y los estudiantes? No me ha contestado...

--La prueba de que no son conscientes es que cuando viene el tema de las becas, cada vez se baja el nivel. Independientemente de su origen, hay que juzgar su capacidad y sobre todo su voluntad de estudiar para concederlas.

--¿Los jóvenes de hoy en día están sobreprotegidos?

--Antes se buscaba uno la vida muy pronto. Y había una disciplina. La familia tenía unos valores determinados, que era el respeto a los padres y eso era sagrado. Y eso se ha eliminado. A continuación entrabas en la escuela, y había una disciplina del alumno hacia el profesor. En la universidad también había una disciplina más seria. El crecimiento del niño iba teniendo una serie de controles y de disciplina… ¿Hoy un chico cuándo se entera de qué es la disciplina? Cuando va a la empresa y sigue unas normas.

--¿Mucho tiempo ante el libro?

--No es eso. Es que van creciendo al margen de la realidad. Le pongo un ejemplo: un sobrino mío es profesor de instituto, y en mitad de clase, un alumno salió del aula, se fue a la cafetería, se compró un bocadillo y una cerveza. Volvió al aula y se lo comió delante de él. Lo único que pudo hacer es al terminar la clase hacerle un comentario en privado, pero nada más, porque no se pueden tomar medidas. Nadie las autoriza.

--Y a la inversa. ¿Se aprovechan las empresas de los jóvenes preparados con contratos basura?

--No. Hay un mercado. Un químico que entra a trabajar en una firma, su sueldo son 1.200 euros al mes. Y no lo impones tú. ¡Es que es eso! O lo tomas o lo dejas.

--¿No hay picaresca?

--Creo que no. Puede haber algún caso. Lo que hay que hacer es sacrificarse y trabajar, y hacer ver a la empresa que se es una persona válida. A ninguna empresa le interesa tener a una persona mala. La vida está muy dura. Y para que acompañen los resultados, hay que hacer las cosas bien. Hasta el barrendero tiene que poner atención en lo que hace.

--¿Cómo ve la economía?

--Hemos salido ya de la crisis, creo. Basta con salir a la calle. Los sindicatos tienen que decir lo contrario, que el empleo es pobre, de poca calidad… pero lo que interesa es que haya empleo. Ya irá subiendo de calidad.

--Y el paro, ¿bajará?

--Lo que hay que hacer es ser serios. En España tenemos el doble de parados que en Italia o Portugal, tanto en tiempos de crisis como de prosperidad. Y eso es porque nuestro sistema de apoyo al desempleado no estimula la búsqueda de empleo.

--Es políticamente incorrecto...

--Algo falla en este sistema… Los números están ahí.

--¿Podría hoy un joven montar una empresa tipo Porcelanosa, Pamesa o Keraben, por citar tres reconocidos ejemplos?

--La respuesta es sí. Hoy es más fácil conseguir el dinero, los fabricantes de equipamiento te facilitan todo lo que necesitas… Lo único que hace falta es ilusión. Yo empecé con 50.000 pesetas que me prestaron. Hace falta trabajar muchísimo y que te ilusione. Ser muy inquieto y trabajar mucho. Esa fórmula da resultado.

--¿Cómo ve el sector cerámico?

--Ha dado un salto importante. Estamos en puertas de otra revolución. Lo que ha hecho Fernando Roig en Pamesa, por ejemplo, es admirable. Toda la familia Roig lo está haciendo muy bien. Trabaja mucho.

--Castellón es cerámica, naranja turismo… ¿Puede ser algo más?

--Sí, pero lo primero es hacer esas tres cosas bien. Para eso tiene que haber gente preparada. Por ejemplo, en la asignatura de Turismo, ¿cuántos profesores han trabajado o dirigido un hotel antes de transmitir conocimientos? Lo importante es que lo que ya tenemos se haga bien. Y ahí la universidad tiene mucho que decir.