Patxi Mangado cautivó el jueves al centenar de profesionales que se dieron cita en la Cámara de Comercio de Castellón para asistir al ciclo de conferencias ‘Arquitectura y cerámica: nuevas aplicaciones en construcción y rehabilitación’, organizado por El Periódico del Azulejo y Mediterráneo con la colaboración del Colegio Territorial de Arquitectos (CTAC). Su intervención, al igual que la de Carmel Gradolí y Arturo Sanz, fue seguida por profesionales de toda la provincia, de Valencia, Alicante e, incluso, de Teruel.

Con su verbo fluido y un discurso repleto de matices, ironía y contenido, el proyectista navarro realizó una loa a la cerámica, como exponente de lo que denomina los “viejos nuevos materiales”. Mangado instó al clúster azulejero de Castellón “a mantener viva la esencia de la cerámica” como acabado con personalidad propia y en oposición a una tendencia que está proliferando y de la que no se mostró partidario, “el de la cerámica que busca reproducir e imitar, por ejemplo, a la madera”.

“Partiendo de la tecnificación que ofrece el sector en la actualidad, el sector debería apostar más por una vuelta a la artesanalidad y a sus raíces, ya que ese es su gran valor añadido”, relató.

Para apoyar su argumento, Mangado subrayó la versatilidad de la cerámica, así como su “atemporalidad” en obras históricas emblemáticas y que se mantienen “inalteradas”, tanto en la cultura japonesa, nazarí o en la babilónica, así como más recientes de la belleza de la iglesia del Carmen de Oporto.

A continuación, el reconocido arquitecto desgranó los detalles constructivos de sus principales proyectos en los que la cerámica dispone de un rol preeminente. Su primera parada fue en el Auditorio de la localidad alicantina de Teulada, un proyecto en el que los azulejos azules que ‘visten’ su exterior evocan “la tradición mediterránea de las cúpulas de las iglesias tradicionales en España, Italia o Grecia”.

La obra que más atención acaparó fue el trabajo del que se siente “más orgulloso”, el Pabellón Español en la Expo Universal de Zaragoza, cuya seña de identidad son sus 750 pilares de 16 metros de altura recubiertos con 25.000 piezas cerámicas fabricadas en exclusiva. Mangado agradeció la colaboración “inestimable” y la “implicación” del ceramista Toni Cumella y de José Castellano (Decorativa) para dar forma al proyecto.

“La terracota o el barro cocido son materiales humildes y, sin embargo, ofrecieron un resultado extraordinario estéticamente, emulando un bosques, y conceptualmente, ya que las piezas cumplían una función sostenible con el microclima que generaban basado en el viejo sistema del botijo”, explicó.

AFÁN EXPERIMENTADOR

Tras la prolija presentación del Pabellón, el proyectista abordó de forma sucesiva otros diseños singulares como la celosía de perfiles de cerámica extrusionada, inspirada en los enrejados árabes, con la que Mangado y Cumella experimentaron para Trans/Hitos en Cevisama 2010; o la fachada de terracota utilizada en edificios de viviendas en la localidad francesa de Toulouse, que aprovechan la capacidad estética de las piezas empleadas en el Pabellón de Expo Zaragoza. H