El 6 de diciembre se conmemora la aprobación en referéndum de la Constitución Española en 1978. Entre la dictadura franquista y la instauración de la democracia parlamentaria se empezaron a producir en España importantes transformaciones sociales y políticas que sirvieron para dar visibilidad a las mujeres en la sociedad. Durante décadas, más de la mitad de la población parecía no haber existido más allá del hogar y en poco tiempo emergió una realidad demasiado tiempo oculta.

En el Congreso de los Diputados hay una sala, llamada la Sala Constitucional, que se refiere a ese acontecimiento tan importante para nuestra democracia, como fue el alumbramiento de la Constitución. Presiden la Sala los siete retratos de los llamados Padres de la Constitución.

¿Y dónde están ellas? ¿Existen las Madres de la Constitución? Claro que sí, porque un parto político tan difícil como fue el de la Constitución, no hubiera sido posible sin las mujeres. Sí, nuestra Carta Magna tiene Padres y Madres: Las Constituyentes. Fueron 27 mujeres (21 diputadas y seis senadoras) que por primera vez desde la dictadura ocuparon su escaño en el Congreso y el Senado tras las primeras elecciones del 15 de junio de 1977 que escogieron a las Cortes constituyentes con el único objetivo de elaborar precisamente la Constitución, haciendo así efectiva la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

Esa lucha de las mujeres por la democracia en España ha pasado desapercibida, como ha ocurrido en tantos otros episodios de nuestra sociedad. La participación de las mujeres en la redacción de la Constitución ha sido olvidada en los textos educativos que se refieren al parlamentarismo español.

A pesar de la relevancia que tuvieron, poco se sabe, poco se ha escrito y poco se enseña en las aulas sobre el papel de estas diputadas y senadoras. Fueron mujeres con nombres y apellidos, de diferentes partidos políticos que ocuparon cargos de responsabilidad en los debates parlamentarios, participaron en las comisiones de trabajo y lideraron importantes reformas.

Fueron las primeras mujeres que se incorporaron a las instituciones, a las organizaciones políticas y a todos los espacios de participación y debate públicos de los que habían estado excluidas durante siglos. Esas mujeres abrieron un camino fundamental en nuestra historia reciente. Solo representaban entonces el 6% de los cargos electos, pero su participación y sus aportaciones fueron muy valiosas. Y aún así, aquel trabajo apenas es conocido por la ciudadanía.

Veníamos de los tiempos en los que la ideología del nacional-catolicismo impuso un modelo de mujer recluida en el hogar, dedicada al cuidado de su familia y sometida al hombre. Sí, «en casa y con la pata quebrada», se decía entonces, y parece que algunos todavía nos quieren así. La Constitución de 1978 rompió con este molde de costura, cocina, esposa y madre, que tanto gustó a la Sección Femenina de ingrato recuerdo, y desencadenó reformas legales y avances en todos los ámbitos.

Sin las 27 diputadas y senadoras constituyentes no hubiera sido posible. Ellas también fueron protagonistas del sueño de la Constitución y gracias a ellas se incorporó el artículo 14, que dice que «los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social».

Ellas fueron pioneras de nuestra democracia. Devolver la visibilidad a las parlamentarias que despertaron la conciencia política de la mujer en España es un deber de justicia democrática y por eso hay que recordar sus nombres: Juana Arce Molina, Soledad Becerril, Gloria Begué Cantón, Pilar Brabo, Carlota Bustelo, Dolors Calvet Puig, Virtudes Castro García, Asunción Cruañes Molina, María Victoria Fernández-España, Carmen García Bloise, Dolores Ibárruri, María Izquierdo Rojo, Rosina Lajo Pérez, Belén Landáburu, Marta Mata, Amalia Miranzo Martínez, Mercedes Moll de Miguel, Dolores Blanca Morenas Aydillo, Elena María Moreno González, María Dolores Pelayo Duque, Palmira Pla Pechoavierto, María Teresa Revilla, María Rubiés Garrofé, Ana María Ruiz Tagle, Inmaculada Sabater Llorens, Esther Tellado Alfonso y Nona Inés Vilariño Salgado.

La igualdad que ellas defendieron debe ser el eje central de cualquier acción de gobierno. Para los y las socialistas, no es un acto de solidaridad, sino de justicia. Ninguna democracia puede ser concebida sin igualdad. Por eso hoy, 41 años después, al mirar atrás, nos damos cuenta del enorme camino recorrido. Sí, no hemos llegado al final y queda mucho trecho para lograr esa sociedad igualitaria, y desde esta semana hay dos mujeres que presiden el Congreso y el Senado: Meritxell Batet y Pilar Llop. Por eso es de justicia recordar a las 27 constituyentes que abrieron el camino que nos ha permitido llegar hasta aquí.

*Diputada del PSOE en el Congreso por Castellón