El pasado mes se cumplió un año desde que tuvieron lugar las elecciones al Claustro y fuimos elegidos por la gran mayoría de estudiantes para representarles en el máximo órgano de representación estudiantil en la Universitat Jaume I: el Consell de l’Estudiantat.

Si bien es cierto que el balance de la gestión de este último año es más que positivo, las horas de trabajo que hay que dedicarle son inmensamente superiores a las que aparenta a simple vista. Buena culpa de ello la tiene un sistema caduco en muchos aspectos, pero más si nos centramos en el aspecto burocrático del mismo: innumerables órganos y comisiones, tiempos y plazos, duplicidad de funciones entre órganos en muchos casos, etc. No obstante, el enemigo más fiero ante el que nos enfrentamos en nuestro día a día es indiscutiblemente la desidia del alumnado, el desinterés en general de la gente joven por todo lo que nos rodea y afecta. La desafección de los jóvenes no sucede exclusivamente en el campo de la universidad, sino que se extiende a cualquier tipo de canales participativos, de asociacionismo e incluso hacia la política. Esta falta de interés hacia la política y cualquier medio de activismo de la que ya he hablado alguna vez, es cada día una realidad más clara. Extrapolando esto hacia la realidad universitaria en cuanto a participación, podemos llegar a entender por qué hace un año solo el 12% del estudiantado acudió a votar. Sin embargo, no podemos culpar exclusivamente al colectivo joven. Detrás de una baja participación y una falta de interés, hay una ausencia de voluntad y compromiso por parte de la clase política por priorizar una ley educativa estable y consensuada, por dotar de facilidades a los recién graduados y en definitiva, por ponernos a los jóvenes en la agenda de actualidad.

He querido empezar haciendo este paralelismo con la triste situación que vivimos los jóvenes respecto de la política porque aunque muchos eviten utilizar a estos niveles el término «política», está claramente interrelacionado: partiendo de la máxima de Thomas Mann de que «todo es política» podemos decir que en muchos sentidos el Consell de l’Estudiantat es un órgano político a pequeña escala.

El Consell de l’Estudiantat es un órgano autónomo e independiente, tanto en el sentido económico y de gestión como en el estatutario. Contamos con un presupuesto propio y con un reglamento interno que nos otorga determinadas funciones y competencias teóricamente exclusivas. Siempre partiendo de la base de que nuestro trabajo es desinteresado en el sentido económico --no cobramos ni un euro--, éste es por y para los estudiantes, es el propio reglamento interno el que nos otorga como función principal «representar al estudiantado de la Universitat Jaume I y velar por sus intereses». Es por ello que este año, teniendo en cuenta la todavía mala situación económica que atravesamos y siguiendo la línea de gestiones anteriores, aproximadamente un 75% de nuestro presupuesto propio lo hemos invertido en dos partidas de becas propias que concede la UJI al estudiantado.

Desde un punto de vista más práctico, nuestro trabajo diario consiste en ser la voz de las y los estudiantes en numerosas comisiones, en estar presentes con voz y voto en los principales órganos de dirección de la universidad, como son el Consell de Govern o el Consell Social, en contestar a los numerosos e-mails que nos llegan a diario con quejas y propuestas y seguidamente tratar de solventar los problemas que les puedan surgir a las y los estudiantes, intercediendo y mediando con el órgano competente, hemos participado en diferentes foros y debates así como charlas y cursos a los que hemos sido invitados, somos también los encargados de la formación de las delegadas y los delegados de la UJI y finalmente lo que en cierto modo es la piedra angular de nuestra gestión, al menos desde un punto de vista de visibilidad, la Semana de Bienvenida y la conocida fiesta Fiesta de las Paellas. Además, este año hemos abierto por primera vez a la UJI al resto de universidades ingresando en CREUP, un necesario órgano que coordina a todos los representantes de las universidades públicas españolas. Al respecto de las paellas, una de las principales líneas marcadas por este Consell ha sido la de tratar de buscar la completa autofinanciación del evento. Si tenemos en cuenta, como he comentado antes, que la mayor parte de nuestro presupuesto está destinado a becas, es necesario encontrar mecanismos que nos permitan seguir gestionando los eventos de los que somos responsables, minimizando el coste de los mismos.

Es indudable que actualmente vivimos inmersos en una época de cambio o incluso en un cambio de época. Que éste sea para bien o para mal todavía está por ver, pero lo que está claro es que es necesaria una reestructuración de prioridades. Los jóvenes tenemos que volver a ser escuchados y entonces nosotros deberemos estar a la altura.

*Portaveu del Consell de l’Estudiantat de l’UJI