Con el rito de la imposición de la ceniza el próximo miércoles iniciaremos el tiempo de la Cuaresma. El papa Francisco nos pide que “la Cuaresma de este año jubilar --de la Misericordia-- sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios” (MV 17) y nos invita a escuchar la palabra de Dios y a participar en la iniciativa 24 horas para el Señor escuchando y meditando la palabra de Dios sobre la misericordia de Dios. Ésta es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir las obras de misericordia corporales y espirituales (Mensaje para la Cuaresma 2016, 1 y 3).

La Cuaresma es un tiempo de gracia y de salvación, un tiempo propicio para anunciar y contemplar, para experimentar personalmente la misericordia de Dios, y para vivir la misericordia personal y comunitariamente. De ahí la llamada a la oración, el ayuno y las obras de caridad en el tiempo cuaresmal. El anuncio frecuente, la escucha orante y la contemplación meditativa de la palabra de Dios nos llevará a redescubrir y así a profundizar en el misterio de Dios, que es misericordia. El amor compasivo y misericordioso de Dios lo vemos sobre todo en su hijo, Jesucristo. Jesús es un amor que se dona y ofrece por amor a toda la humanidad; los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, los pobres, excluidos, enfermos y sufrientes son muestra de la compasión y de la misericordia. H

*Obispo de Segorbe-Castellón