Afirma Antonio Ariño, vicerrector de Cultura e Igualdad de la Universitat de València, en su artículo La misión cultural de la Universidad, que dicha misión «encuentra una primera institucionalización en la extensión universitaria»; en efecto, se trata de que el alma mater extienda su conocimiento más allá de los lindes del campus. Así, la extensión universitaria, o lo que es lo mismo, la política cultural de la universidad, se configura como una función más, junto a las de docencia e investigación, dado que en su esencia ha de estar la divulgación de los saberes y su implementación en el tejido social en sentido amplio, ya que son dos sus destinatarios: la propia comunidad universitaria y la sociedad. No en vano, decía Ortega que la Universidad «al servicio de la sociedad debe atender tres funciones, siendo primera y primordial la transmisión de la cultura».

En este contexto, el modelo de Extensión Universitaria de la UJI asume la filosofía del extensionismo tradicional, surgido a finales del siglo XIX en las universidades de Cambridge y Oxford como respuesta a la brecha de acceso a los saberes observada entre las élites universitarias y las masas proletarias. Este modelo se introdujo en España en 1898 por Rafael Altamira en la Universidad de Oviedo, y fueron muchas las que siguieron su estela. El fin del programa era hacer accesible el conocimiento científico y los saberes universitarios a los sectores sociales con dificultades para acceder a la enseñanza superior, entre estos colectivos se encontraban los habitantes de las áreas rurales.

Así, desde su creación, la Universitat Jaume I incorpora la cultura como tercer pilar, y lo acompaña de un plan de trabajo para que esta declaración de intenciones sea uno de sus factores de calidad más singulares. Para dar cumplida cuenta de este ideario, la UJI cuenta con el Servicio de Actividades Socioculturales (SASC), dependiente del Vicerrectorado de Cultura y Relaciones Institucionales, y que supone una apuesta firme por una universidad con vocación de servicio público y estrechamente conectada con el tejido sociocultural de su entorno. En el SASC se incluye el Programa de Extensión Universitaria (PEU), que es pieza clave de esa forma de hacer universidad y representa, al propio tiempo, una experiencia singular e innovadora en el conjunto de universidades del Estado. No obstante, el modelo de extensión de la UJI introduce una nueva forma de operar, no considera el trabajar para, dado que enfatiza y valoriza en el trabajar con, esto es, la relación de la universidad con los destinatarios de la formación ofrecida en el modelo de extensión es la de no reconocerlos como receptores pasivos, sino que los implica en el propio proceso, de forma que se ha llegado a transformar la tradicional relación jerárquica de la universidad con el territorio y se han generado modelos de trabajo colaborativo.

La llamada al territorio en el contexto del PEU se entiende referida a la zona rural de Castelló, formada por 115 municipios. Esta área rural representa el 80% del territorio, aunque en ella solo vivan el 15% del total de los habitantes de la provincia. Se caracteriza por ser una población cada vez más envejecida, circunstancia que, por lo general, es común en todas las áreas rurales no sólo de España, sino del resto de Europa, como se ha podido verificar en algunas visitas a otros programas de extensión que el PEU de la UJI ha realizado.

La estrategia para desarrollar el modelo del PEU de la UJI no ha representado ni representa una actuación directa sobre el entorno y tampoco pretende resultados a corto plazo, persigue, eso sí, la participación ciudadana y la cooperación institucional, que se configuran como los dos ejes estratégicos que marcaran el desarrollo del proyecto. Son ya más de 25 años los que el PEU está en marcha y su modelo ha permitido construir una red de agentes formada por Trabajadoras Sociales, Profesores de Educación de Adultos, Gestores culturales y Agentes de empleo y Desarrollo Local (más de 40 personas con capacidades técnicas), que se han implicado en el desarrollo sociocultural de su territorio, participando activamente en la evaluación permanente del programa a partir de la observación e interpretación de los fenómenos culturales que suceden en su entorno. Con la consolidación del cuadro técnico dentro del organigrama operativo del PEU, se cierra un triángulo formado por los agentes sociales, los técnicos de la UJI y la población. Es más, el trabajo directo con el grupo de agentes sociales ha permitido plantear nuevas estrategias que han favorecido la implicación de otras instituciones que no forman parte de ninguna estructura técnica como, por ejemplo, asociaciones culturales, que incluso han llegado a asumir el liderazgo en los procesos de intervención sociocultural de su entorno.

Se trata de trabajar colaborativamente, respetando entorno, experiencias y costumbres, a fin de lograr a través de la extensión universitaria revertir la acuciante despoblación, dotar de estructuras que permitan paliar o, por lo menos, mitigar brechas tecnológicas y dificultades de acceso a la cultura y hacer que la UJI, perdiendo su centralidad, se convierta en institución aglutinadora y de cohesión para que, efectivamente, sea una universidad absolutamente vinculada con su entorno a la vez que modelo de PEU a contrastar y compartir con otras universidades y territorios.

*Vicerrectora de Cultura y Relaciones Institucionales de la UJI