El próximo día 11 de junio en la iglesia parroquial de la Asunción de Onda, ordenaré de diáconos a dos jóvenes seminaristas, que después de un tiempo serán ordenados presbíteros. Son dos nuevos dones de Dios a nuestra Iglesia diocesana, que acogemos con mucha alegría y más en tiempos de escasez de vocaciones al sacerdocio.

Recordemos que diácono viene de diakonía, que significa servicio; el diacono es, por lo tanto, ‘servidor’. Mediante la imposición de las manos y la oración consagratoria, el Señor resucitado derramará sobre cada ordenando su Espíritu Santo y le consagrará diácono. Así quedarán constituidos para siempre en signo e instrumento de Cristo, siervo, que no vino “para ser servido sino para servir”. Los diáconos habrán de ser signo de Cristo, siervo, obediente hasta la muerte y muerte de cruz para la salvación de todos.

Cristo, “se ha hecho diácono de todos”, escribía un Padre de la Iglesia (San Policarpo, Ad Phil. V,2). Como ha hecho él, están llamados a actuar sus discípulos, los diáconos.

El papa Francisco acaba de decir a los diáconos (Homilía 29.05.21016) que para ser siervos hay que comenzar por vivir la disponibilidad a tiempo total; ser solícitos para el hermano y estar siempre abiertos a lo imprevisto; hay que vivir la mansedumbre y la humildad del servicio cristiano, que es imitar a Dios en el servicio a los demás: acogerlos con amor, comprenderlos sin cansarse, hacerlos sentirse acogidos en casa y en la comunidad eclesial, donde no es más grande quien manda, sino el que sirve.

Pidamos a Dios por estos dos nuevos diáconos: para que imiten en su vida a Cristo, Siervo, y como él sean servidores con entrañas de misericordia para con todos, en especial para con los más pobres.

*Obispo de Segorbe-Castellón