En la toma de posesión del actual presidente de la Diputación Provincia, Javier Moliner, todos los diputados, a excepción del PP, abogaron por su liquidación.

Me contuve de escribir este artículo, pues con la Constitución en la mano ello es imposible, pues habría que cambiar la Constitución y, hoy por hoy, es imposible y sobre todo innecesario.

La Constitución en su título VIII de la organización Territorial del Estado y en su artículo 141 dice que la provincia es una entidad con personalidad jurídica propia, determinada por la agrupación de municipios y división territorial para el cumplimiento de las actividades del Estado. El gobierno y la administración con autonomía de las Provincias estarán encomendadas a las Diputaciones u otras corporaciones de carácter representativos.

Como senador constituyente, defendí el texto constitucional que he citado, pues sobre todo los catalanes (Entesa del Catalans) quería quitar la existencia de la provincia y su órgano de gobierno, las diputaciones, y cambiarlas por las comarcas (Veguerias, como dicen los catalanes) lo que hubiese supuesto tener más diputaciones, más políticos, más enchufados y mucho coche oficial.

Parece mentira que tanto el Sr. Puig, como presidente de la Generalitat, y el Sr. Colomer, como secretario autonómico de Turismo, estén intentando vaciar de contenido y competencias a las diputaciones con el tema del turismo y del deporte.

Las diputaciones son el órgano de gobierno de la provincia y su existencia no es de tiempos de Franco, sino que su historia se remonta a 1833. Las diputaciones tienen como misión especial evitar las necesidades de los pueblos. Pero, aún hay algo peor, si desapareciesen las diputaciones, habría que crear, como dice el Sr. Rivera de Ciudadanos, los gobiernos comarcales, lo que significa más funcionarios más enchufados y más coches oficiales. No se ahorraría nada y pienso que será incluso más gasto. En la Comunitat Valenciana aún somos tres provincias con muchas comarcas pero en Andalucía o Castilla-La Mancha, Sevilla o Toledo tendrán que cuidar las necesidades de sus más de 2.000 pueblos.

Después de la desaparición de las diputaciones, vendrá la de la provincia. La historia así nos lo aclara, pues Aznar tuvo que ceder para conseguir los votos de CiU (Pujol) como los antiguos Gobernadores civiles, pasaron a llamarse delegados del Gobierno en sus capitales autonómicas y en el resto de provincias, en nuestro caso, Alicante y Castellón, tuvieron un subdelegado del Gobierno dependiendo de Valencia.

Lo más irritante, que en nuestro caso sean dos castellonenses (Puig y Colomer) los que han comenzando por vaciar de contenido político las diputaciones. Me duele que ese planteamiento provenga de los castellonenses como son los señores Puig y Colomer. Supongo que su eslogan electoral para la próxima campaña electoral será: “Tot pa Valencia”.

*Exsenador constituyente y expresidente de la Diputación Provincial de Castellón