Hemos comenzado un nuevo curso pastoral con la alegría de sabernos amados por Dios, acompañados por el Señor y alentados por la fuerza del Espíritu Santo en nuestro caminar y en nuestra acción pastoral. Este año volvemos a centrarnos en el anuncio de la palabra de Dios para favorecer el encuentro personal con Jesucristo.

La conversión pastoral y misionera de toda nuestra Iglesia, que nos pide el papa Francisco, presupone y pide la conversión personal y la renovación espiritual de sus miembros --pastores, agentes de pastoral y fieles en general--, basadas en el encuentro personal con Jesucristo: un encuentro que avive nuestra fe y vida cristiana, nuestra condición de discípulos misioneros, recibida en nuestro bautismo, nuestro amor a la Iglesia y a nuestra comunidad parroquial, así como la vocación, ministerio y tarea específica que cada uno hemos recibido, sea como presbíteros, religiosos o seglares, sea como matrimonios o familias cristianas. El encuentro con Cristo Jesús no es un episodio puntual y pasajero de la vida cristiana, sino algo permanente en la vida de todo cristiano.

Por ello en este curso queremos cuidar, entre otras cosas, la experiencia religiosa del encuentro con Jesucristo. En nuestras parroquias, comunidades, asociaciones y movimientos, en nuestras catequesis, homilías y charlas hemos de cultivar y ofrecer el encuentro personal con Jesucristo vivo, muerto y resucitado para que en él tengamos vida. Necesitamos, además, profundizar en el conocimiento sapiencial de la palabra de Dios y en los contenidos de la fe, tal como nos llegan en la tradición viva de la Iglesia. Así, la formación doctrinal no se experimenta como un conocimiento teórico y frío, sino como un medio fundamental y necesario en el crecimiento espiritual. H

*Obispo de Segorbe-Castellón