El 8 de febrero despertamos con la noticia de que seis miembros del personal del Comité Internacional de la Cruz Roja habían sido asesinados y dos han desaparecido en la provincia de Jawzjan, en Afganistán.

El 19 de enero, seis trabajadores de Cruz Roja Nigeria y decenas de civiles perdían sus vidas tras un ataque aéreo en la ciudad de Rann, cerca de la frontera de Nigeria y Camerún. Se encontraban en una operación humanitaria para distribuir comida a más de 25.000 personas desplazadas.

El 19 de diciembre del 2016, un miembro del personal del Comité Internacional de la Cruz Roja fue secuestrado en la provincia de Kunduz. Su liberación se confirmó el 15 de enero del 2017, casi un mes después.

El 2 de septiembre del 2015, dos trabajadores de la Cruz Roja eran asesinados a tiros en el convoy humanitario en el que se desplazaban en el norte de Yemen.

El 31 de marzo del año 2015, un miembro del Personal del Comité de la Cruz Roja fallecía y un compañero de la Cruz Roja en Malí resultaba herido en un ataque al convoy humanitario en el que viajaban.

Lamentablemente, podríamos seguir enumerando sucesos como estos durante todo este artículo, porque se han convertido en una realidad, una realidad que acecha diariamente a quienes intervienen prestando ayuda humanitaria.

El trabajo humanitario se está convirtiendo en uno de los más peligrosos del mundo. La situación es cada vez más compleja en los países en conflicto y los agentes intervinientes olvidan que el trabajo humanitario se mueve de acuerdo a los principios de humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia, al margen de las cuestiones políticas que rodean el conflicto. Se pierde el respeto al emblema humanitario que representan, y se atenta indiscriminadamente contra la vida de cualquiera que esté en el terreno, porque cualquiera se convierte en objetivo.

Son muchas las personas que forman parte del movimiento internacional de la Cruz Roja y La Media Luna Roja y que a pesar del riesgo real que corren, diariamente se siguen desplazando para prestar ayuda humanitaria bajo el convencimiento de una de las más fuertes líneas estratégicas del movimiento del que formamos parte: proteger la humanidad. Debemos garantizarles que puedan trabajar y operar con seguridad, prestando asistencia vital donde sea necesario sin el temor a perder sus vidas por ello. Debemos hacer valer el derecho internacional humanitario, los principios por los que se mueven quienes prestan ayuda humanitaria y trabajar para que el emblema que representan vuelva a ser suficiente para que tengan derecho a ayudar y, para que quienes están en el terreno, tengan derecho a ser ayudados.

En la provincia de Castellón lideramos los indicadores a nivel estatal en materia de sensibilización sobre Cooperación Internacional, y actualmente dos compañeras se encuentran desplazadas en Grecia y Líbano, prestando ayuda humanitaria. Desde aquí nuestro humilde reconocimiento y agradecimiento por ello, por seguir creyendo en la necesidad de proteger esta humanidad deshumanizada.

*Presidenta de Cruz Roja Castellón