Queridos diocesanos:

Miles de jóvenes de todo el mundo están de camino para participar en la Jornada Mundial de la Juventud, en Cracovia, Polonia, del 26 al 31 de este mes de julio. Nuestra Iglesia diocesana estará presente con un buen grupo de jóvenes.

Los jóvenes de las jornadas mundiales no son ajenos a lo que viven y pasan el resto de jóvenes; comparten sus esperanzas y sufrimientos, decepciones y anhelos más vivos y justos. Pero junto a ellos se respira un aire fresco y puro. A veces, cuando se mira a los jóvenes de hoy, con sus problemas y fragilidades, hay una tendencia al pesimismo, al desánimo: son los que más padecen, los más afectados por la crisis económica, moral y espiritual. Más allá de las apariencias, esos miles de jóvenes, que se reunirán con el Papa en Cracovia, nos trasmiten el mensaje claro de una juventud que expresa un deseo profundo de los valores auténticos que tienen su plenitud en Cristo.

Las Jornadas son inolvidables. El encuentro con el Señor junto con jóvenes que comparten la fe, el ambiente de oración, la celebración, la confraternización alegre y la experiencia de la universalidad de la Iglesia marcan el futuro de la vida cristiana. ¡Cuántos jóvenes han encontrado a Cristo en las Jornadas!

Este encuentro con el Papa estará marcado por la Misericordia. Cracovia es la ciudad de San Juan Pablo II y de Santa Faustina Kowalska; allí vivieron estos dos grandes apóstoles de la misericordia de nuestro tiempo; en esta ciudad, San Juan Pablo II consagró en 2002 el Santuario de Jesús Misericordioso.

El camino para vencer el mal es la misericordia. La justicia es necesaria, pero sola no basta. Justicia y misericordia tienen que caminar juntas. Acompañemos con la oración a los jóvenes de la Jornada Mundial. H

*Obispo de Segorbe-Castellón