El término nini se popularizó con un programa de televisión en el que participaban unos jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban, es decir, que vivían mantenidos por sus padres hasta bien entrada la edad adulta. Recientemente ha salido una sentencia judicial que fallaba a favor de los padres en su derecho a no seguir manteniendo a su hijo nini, de 25 años. La edad de independencia del hogar materno, así como la edad de su primer hijo, no para de aumentar. La sociedad consumista nos ha acostumbrado a un nivel de vida al que la gente no quiere renunciar. Independizarse económicamente de los padres significa bajar uno (o varios) peldaños en la pirámide social y eso implica menos confort y más gastos, por lo que a lo mejor no puedo irme de cena todos los sábados, ni gastarme tantos euros en copas, ni jugar 12 horas seguidas a la Play mientras la casa se limpia sola.

Y no hablemos de tener hijos. La gente prefiere esperar a ganar el doble de lo que gana ahora para poder tener un hijo y así no perder ni un ápice de poder adquisitivo, circunstancia que no llegará nunca. Y si además empiezan a echar cuentas de horas sin dormir, horas sin ir al cine, horas sin estar con los amigos, horas cambiando pañales, estrés causado, cambios en la imagen corporal... La gente (idiotizada por la sociedad) prefiere no tener hijos. La economía, la superficialidad, el egocentrismo y el narcisismo han ganado a la vida. Y lo peor de todo es que presumirán de ello y pensarán que están más contentos. H

Julio Rodríguez