Siempre me ha gustado este mes. Arrancar de nuevo, poner en marcha nuevos propósitos y proyectos. Septiembre es, además de una de las películas más controvertidas de Woddy Allen, el mes en el que empieza el otoño y en el que tendrá lugar el debate sobre el estado de la ciudad. Un pleno en el que todos los grupos políticos tendremos la oportunidad de explicar a los castellonenses cuál es nuestra percepción, cómo vemos y en qué aspectos creemos que puede mejorarse la gestión municipal.

No es una cuestión baladí. El debate sobre el estado de la ciudad marca el pulso de la acción política local y en esta ocasión de manera muy especial. Y es que este será el primer chequeo al que se someta la alcaldesa socialista y el gobierno bipartito en un momento de incertidumbre, tras el anuncio de abandono del cargo por parte del vicealcalde de Compromís. Lógicamente, felicité a Enric Nomdedéu por su nueva responsabilidad y me alegré de que sea un castellonense el que se encuentre, a partir de ahora, al frente de una competencia autonómica vital como es el empleo. No olvidemos que en Castellón casi 17.000 personas siguen buscando un trabajo, por lo que “ocupación” no le faltará.

Pero me preocupa la inestabilidad que se cierne sobre el gobierno local con la marcha del todavía vicealcalde. Y son varias las razones que me impulsan a creer que se producirán desequilibrios que en nada benefician a los castellonenses.

Por un lado, la alcaldesa débil se queda sin el hábil escudero que a pesar de darle algunos, le paraba los golpes al gobierno, por lo que se va a ver obligada a resetear el pacto suscrito con nacionalistas y Castelló en Moviment-Podemos para consensuar quién ocupará el puesto vacante. Por otro, Compromís en Castellón es ahora un barco sin timón y a la deriva; se va su referente y quienes están llamados a sucederle son jóvenes cachorros amamantados por el sectarismo radical de la CUP.

Pero aún hay más. Septiembre también es el mes en el que cientos de niños y niñas de tres años empiezan el colegio por primera vez. Empieza su proceso de socialización en la escuela, con la importancia que tiene esta etapa en su desarrollo, pero este año con muchísimos problemas para una veintena de familias del Raval Universitari. Familias a las que el conseller castellonense, y nuevo mesías de Compromís (tras la marcha de Nomdedeu) ha dejado sin colegio en el barrio, familias a las que no atiende y que tendrán que buscarse la vida para llevar a sus hijos a colegios a más de 2 kilómetros de su vivienda.

No entiendo tamaño desplante ni comprendo el por qué de su empecinamiento en no darles una alternativa razonable. Es como si los nacionalistas que ahora dirigen el Ayuntamiento y la Generalitat se hubieran confabulado contra este mes. Con lo agradable que es septiembre… H

*Portavoz del Grupo Municipal Popular