No vamos bien en el tema de los deberes escolares. Hace muy poco, y todavía ahora, hay maestros y familias que lo defienden: las mejores escuelas eran las que ponían más deberes. Ahora nos hemos pasado al otro lado: no tiene que haber ninguno y, en medio de un viento de renovación pedagógica que ya tocaba, muchos padres se han lanzado a defender una escuela sin deberes.

Pongamos las cosas en su lugar: el exceso de deberes no es bueno; ahora bien, reducir que nuestros niños no tengan tiempo para jugar o vayan estresados al hecho de tener es, a mi parecer, querer simplificar y hacer recaer sobre la escuela la responsabilidad de una cuestión tan compleja como es la situación socio-laboral y familiar de nuestros días. Está claro que hace falta un debate sobre educación entre escuela y familia; siempre ha hecho falta, porque ni la escuela ni la familia son entidades inamovibles y separadas de su entorno y, por lo tanto, evolucionan, pero no olvidemos, como padres y antes de lanzarnos a innovar, que a nuestro lado, compartiendo la educación de nuestros niños, tenemos unos maestros que son profesionales de la enseñanza con conocimientos, herramientas y criterio para saber llevar y explicarnos los retos educativos que se nos plantean en cada momento. Hablemos con calma, analizando bien la situación para llegar a conclusiones lo más beneficiosas posibles para nuestros hijos y, sobre todo, ni se nos ocurra estimularlos a desobedecer a sus maestros ni menospreciarlos ante ellos. H

Mª Rosa Camps