El diablo está dentro. En una sociedad donde por razones políticas se ha tendido siempre a ignorar el peligro de la extrema derecha, la principal amenaza terrorista, la que ha causado más muertes desde los atentados del 11-S, ya no viene de células islámicas conectadas globalmente, sino de minorías radicalizadas y en particular de los supremacistas blancos. EEUU está siendo atacado desde dentro, sin que hasta la fecha hayan tenido mucho efecto las advertencias de cuerpos de seguridad e inteligencia a pesar de que cada vez hay más muertos

Casi nos hemos acostumbrado a las matanzas colectivas que suceden al otro lado del Atlántico. Casi todas ellas se han despachado con el pretexto de que eran lobos solitarios, personas desequilibradas y ahí acababa el guión. Clinton restringió el acceso a las armas de asalto, Bush volvió a entregarlas sin que Obama pudiera revertir la ley. Trump no ha tenido que hacer nada más para mantener a su país como el único del mundo desarrollado en donde no solo es legal, sino aconsejable, tener un arsenal en casa. El resto, lo sabemos: en una sociedad tan polarizada como la actual, las masacres se multiplican.

No todas son del mismo signo ni obedecen a los mismos impulsos, pero la matanza en el centro comercial de El Paso, en Tejas, ha puesto el foco en la sucesión de actos terroristas cometidos por supremacistas blancos radicalizados. En El Paso ocho de cada diez son hispanos. El asesino que logró matar a 22 personas con un rifle de asalto, intentaba emular a quien en marzo pasado había entrado en dos mezquitas en Nueva Zelanda, matando a medio centenar de musulmanes. Islamofobia, antisemitismo o hispanofobia, todo forma parte del mismo clima hostil hacia quienes no son iguales. Una cruzada que avanza por las redes y que habla en términos de genocidio blanco o el gran reemplazo de locales por inmigrantes.

*Periodista