Llevamos un ritmo horrible este agosto: una denuncia de violación múltiple por semana. Algunos quieren ocultar el problema para evitar efectos llamada, cuando en realidad lo grave de hacerlo invisible es el riesgo de olvidar que existe. El hit del verano debería ser terminar con estas prácticas abusivas y cobardes, algo imposible desde el silencio. Así que hay que romperlo y llegar a la opinión pública, pero hay que hacerlo a conciencia y con precisión. Dejemos el clic fácil para otro rato, porque enturbia.

Al parecer, las víctimas habían quedado con los presuntos agresores a través de redes sociales. En Bilbao fue a través de Tinder, y en Benidorm por Instagram. Fueron estas como podría haber sido cualquier otra red o app de citas. Es cierto que dichas plataformas son problemáticas y a menudo albergan dinámicas basadas en insultos, odio y cosificación. Obviamente las apps son responsables del tipo de comportamientos que permiten en su sistema, pero aclaremos que ni en Bilbao ni en Benidorm fueron las apps las que agredieron.

¿A quién se le ocurriría decir que una relación laboral terminó mal porque encontró el trabajo por Linkedin? A nadie. Porque entendemos que sea cual sea el origen del empleo, lo que ocurra una vez empieces dependerá de muchas cosas. ¿Por qué no lo entendemos así con el sexo? De hecho, cuando la chica llegó al parque de Bilbao y vio que había seis hombres en lugar de uno, quiso huir. Se dice que echó a correr pero no lo consiguió porque la retuvieron. Dudo que la app tuviera que ver. Incluso si se hubieran conocido en un bar, seis a una pero de acuerdo. Aunque el plan fuera jugar, la partida se puede dejar a medias.

Si ella cambió de opinión, ellos cogieron el tablero del consentimiento para pisotearlo. Ahí está la raíz de la confusión, porque es más fácil demonizar una app o una red social que cambiar la mentalidad de los usuarios.

*Doctora en Sociología