Hemos pasado ya diez días de agosto y nos adentramos en un camino con pocas salidas. Algunas reflexiones sobre hechos recientes me inclinan a creerlo. El primero es Navarra. La coalición Navarra Suma, conservadora y constitucionalista, pero curiosamente uno de cuyos objetivos prioritarios es eliminar una disposición de la Constitución, ganó las elecciones con 20 escaños. Pero tras lo acontecido en Andalucía, Murcia y Madrid, donde el PSOE ganó, pero el pacto del PP con Ciudadanos y Vox se ha impuesto, la derecha no tiene ninguna legitimidad para exigir gobernar por lo de la lista más votada

Una coalición de centro-izquierda, formada por el PSOE (11 escaños) Geroa Bai, ligada al PNV, (9), Podemos (2) e Izquierda Unida (1) reúne 23 escaños. Eran pues 23 contra 20. Y los 7 diputados de Bildu han tenido la llave. El relato real de la derecha ha sido que si Bildu votaba junto a Navarra Suma (juntos en acción) contra María Chivite, la candidata del PSN, España iba bien. Ningún problema porque Navarra Suma gobernaría la comunidad foral. Pero si, como ha sucedido, la candidata del PSN conseguía la investidura con la abstención de 5 diputados de Bildu (abstención, no voto a favor como hace Vox), el PSOE ha cometido alta traición a España y según Cayetana Álvarez de Toledo se ha consumado «un homenaje a ETA». No es relato, es un cuento chino. Pese a la singularidad de Bildu, con quien por cierto ni el PNV quiere gobernar Euskadi (prefiere al PSOE), y de que a María Chivite la vida no le será fácil porque gobernará sin mayoría y con Navarra Suma y Bildu en la oposición. Pero el PSN no quería continuar, como ya pasó otras veces, y con coste electoral, prisionero de la derecha. Lógico. ¿Quizá no tanto?

SEGUNDA reflexión. Pedro Sánchez afirma en Mallorca que la desconfianza con Podemos es fuerte y mutua. No hay programa común como piden los sindicatos, las diferencias sobre Catalunya y la relación con la UE son sustanciales, la negociación para una coalición acotada acabó como el rosario de la aurora… Además, en Francia, donde Mitterrand gobernó con programa común y cuatro ministros comunistas, el PCF -partido con mucha más implantación que Podemos- nunca osó ni plantear que su secretario general, Georges Marchais, entrara en el Gobierno.

Nos encontramos, pues, con que Sánchez es creíble (aunque lo razona muy poco) cuando insiste en que la coalición con Podemos sería negativa. Pero intenta presionar a Iglesias (reuniones con la sociedad civil) para que acepte el pacto a la portuguesa. O sea, que la dirección de Podemos (suponiendo que tenga autonomía) crea que es más rentable y conveniente ceder y mirar a Portugal (o a Dinamarca) que arriesgarse a nuevas elecciones.

Tercera reflexión. Pero entonces, si el pacto con Podemos es tan aventurado y poco probable, quizá el PSOE se ha equivocado en Navarra. No es que el PSN no tenga razón. Es que, dejando aparte a Albert Rivera y sus homilías, la abstención del PP que pide Sánchez no puede salirle gratis. Pablo Casado no le dará a Sánchez lo que el PSOE -no Sánchez- le dio a Mariano Rajoy y Navarra podría ser un precio a pagar. Precio alto, porque implica desmovilización socialista y tensión con el PNV, un partido responsable, pero...

Cuarta reflexión. Entonces, ¿por qué Sánchez no ha explorado más ese camino que Navarra Suma insinuó a medias y al que Carmen Calvo puso la oreja? ¿Por irresponsabilidad, por ligereza, porque está perdido en el laberinto? Puede ser, pero quizá crea que es más posible que al final Iglesias ceda (pese a que no lo hizo en el 2016) que lograr que la derecha le ayude en la investidura. Tiene sus razones, porque la derecha ha mostrado nula capacidad de pacto cuando beneficia al PSOE. Sí, Aznar supo pactar con Pujol. Y con Arzalluz. Pero ninguno de los dos le disputaba el Gobierno de España. Quizá el «la calle es mía» de Manuel Fraga, un líder de la derecha prisionero de su pasado, se ha transmutado en algo como «Madrid es mío».

Quinta reflexión. El peligro de una España sin Gobierno hasta las fiestas navideñas es, pues, alto. Además, nada garantiza que la gobernabilidad fuera más fácil tras unas nuevas elecciones. Si el PSOE sube a costa de Podemos y el PP a la de Ciudadanos, el impasse puede continuar. Aunque, eso sí, algunas de las cuatro cabezas de los líderes actuales pueden ser guillotinadas. Triste consuelo, porque en el mundo de Trump y sus cruzadas, Boris Johnson y su brexit y la demagogia nacionalista de Matteo Salvini en la vecina Italia, España continuaría sin Gobierno.

*Periodista