Casi cinco años después de que llegara a la presidencia provincial del PP, Javier Moliner Gargallo (Castellón, 1975), cargo al que accedió con casi el 98% de los apoyos de su partido, este ingeniero industrial decidió el pasado mes de abril dejar el cargo orgánico en la formación y avanzó que abandonará la primera fila de la política a partir del 2019, año electoral que determinará el fin de su mandato al frente de la Diputación. Ni sus logros a la hora de transformar y renovar el partido, ni las muestras de apoyo de sus compañeros, ni siquiera la insistencia del mismísimo presidente Mariano Rajoy le hicieron cambiar de opinión. Consumado el relevo en el PP en la persona de Miguel Barrachina, él, desde ahora, prefiere mirar la faena política y de partido desde la barrera.

--¿Por qué su decisión de abandonar la presidencia del PPCS?

--Estamos en un momento en que las incertidumbres son tremendas. Es un cambio de ciclo y, desde luego, se trata de una decisión muy meditada y que tiene que ver con la coherencia.

--¿Descarta adelantar su marcha de la Diputación?

--Solo descarto ser candidato en las próximas elecciones.

--¿No es un paso previo a ocupar otras responsabilidades?

--Si quisiera eso no hubiese tomado la decisión que he tomado y creo que hay que ser coherente con lo que uno ha dicho; hacer calendarios y especular sobre el futuro en política es muy complicado y más en un momento en que creo que el único gobierno estable que hay seguro es el de la Diputación. De momento lo que sí tengo claro es que en tanto tenga la responsabilidad voy a estar dedicado al cien por cien a la Diputación, porque me sigue seduciendo hacer cosas interesantes para la provincia.

--¿Qué consejo da a Barrachina?

--Miguel es el presidente provincial del partido ahora y tiene la capacidad de articular los equipos de la forma que mejor considere. No tengo duda de que tomará las decisiones pensando en lo mejor para el partido y lo que decida me parecerá bien.

--¿Pero dará el salto a otros ámbitos de la política?

--Nunca me ha seducido otros ámbitos; es decir, no me seduce la vida parlamentaria. Me gusta la gestión pública y, por tanto, lo que me ha apetecido siempre es estar en el día a día de la contienda de resolución de problemas que afectan al ciudadano.

--¿Y qué papel tendrá en el PP?

--Sé que cualquier opinión mía en el ámbito orgánico no será tenida en cuenta como la opinión de un militante de base más, que es lo que soy en este momento, por tanto, en aras a que todo el proceso salga bien seré extremadamente cauto y prudente a la hora de emitir opiniones.

--¿Cree que han quedado claras sus razones para marcharse?

--Me voy porque entiendo que los ciclos en política tienen que tener principio y final. Y uno tiene que saber llegar. Tiene que saber irse y saber ceder el testigo cuando está en plenitud y no cuando está en decadencia. Hay que saber salir cuando ha hecho el trabajo y no tener que esperar a que lo saquen a gorrazos. Aquí no hay nadie imprescindible y hay que saber que de la política uno puede salir con tranquilidad.

--¿No cree que con su marcha se da un giro a la derecha desde la centralidad que usted defiende?

--Hemos mantenido los principios, ideales y valores del PP, es decir que al final somos un partido que cree en la libertad económica, en la libertad de las personas... y yo he sido el primero en defenderlo. Es cierto que hemos dedicado muchísimos esfuerzos a intentar que en la guerra de las formas al PP no se le achacaran atributos que yo considero que no debe tener. Al final un proyecto político tiene que ser capaz de anclarse en el epicentro de la sociedad porque el PP tiene sentido en tanto en cuanto puede ser opción de gobierno, si no es opción de gobierno no tiene sentido. Nosotros somos un instrumento al servicio de la sociedad, ubicarte en un espacio ideológico en el que te autodescartas de ser opción de gobierno no tiene ningún sentido y eso se da desde la ejemplaridad, la transparencia, la convicción y la firmeza, pero en un espacio de concordia y de consenso a tu alrededor.

--¿Y qué va a hacer una vez deje la primera línea de la política?

--En estos momentos es incierto, el tiempo, supongo, lo dirá, no tengo nada cerrado. Sí que creo que tengo la oportunidad de poder salir de la vida pública con la cara bien alta y sin tener que bajar la mirada ante nadie.

--¿Pero seguirá en lo público?

--No me voy para quedarme porque sería ridículo. Evidentemente, con 42 años que tengo sería poco inteligente cerrarme puertas. No cierro ninguna puerta al futuro, pero no es mi intención. Si aspirase a eso me hubiese quedado como presidente, que multiplicaba las probabilidades de continuar en lo público.

--¿Cómo valora el conflicto interno del PP provincial valenciano?

--Si he dicho que voy a ser cauto con las opiniones orgánicas en clave provincial muchísimo más lo haré en otros ámbitos. Solo deseo que cuanto antes se resuelva todo, pues mucho mejor.

--¿Qué opinión le merecen las puertas giratorias?

--Un cargo público no debe aprovecharse de su situación para garantizarse un futuro profesional. Eso es más que evidente y desde luego seré absolutamente coherente con lo que he creído siempre y con lo que he demostrado.

--¿Cuál ha sido su principal logro en la Diputación de Castellón?

--Durante estos años hemos conseguido cosas importantes desde el punto de vista del territorio, del refuerzo de las oportunidades, de consolidación de proyectos que han generado unidad en torno a la provincia de Castellón y si de algo me siento satisfecho en este momento, quizás sea de algo más intangible, de haber contribuido a que hoy los castellonenses se sientan más orgullosos de serlo. Creo que hemos pasado en estos años de ser motivo de burla a ser motivo de orgullo.

--¿Y en el partido?

Hemos logrado que la imagen del PP de Castellón no quede asociada a connotaciones negativas y quede vinculada a un proyecto que ha sabido renovarse, regenerarse y encontrar la fortaleza y la unidad en torno a la ejemplaridad y la transparencia. La primera base de la democracia es que el ciudadano confíe en la política.

--¿Qué opina del equipo elegido por Miguel Barrachina?

--Mi valoración es tremendamente positiva, es el equipo con el que he trabajado, con todos ellos he tenido ocasión de compartir durante estos años el trayecto que nos ha llevado hasta aquí. Responde fielmente a la voluntad de continuidad que el presidente Barrachina pretende dar al proyecto. Elena [Vicente-Ruiz] forma parte del núcleo de confianza en la Diputación y está haciendo un trabajo extraordinario, con una capacidad de trabajo increíble. Vicente [Sales] es una persona con unas cualidades de comunicación extraordinarias y que creo que puede sumar mucho siendo la voz de nuestro partido.

--Con su marcha... ¿se acabarán los grandes consensos?

--Mi hoja de ruta está marcada en torno a los grandes espacios de acuerdos, no es casual que en estos momentos la Diputación esté conmemorando el Mes Tarancón, precisamente apelando a su carácter conciliador y a su espacio de consenso en la transición española. Es más rico un proyecto cuando sale con el apoyo mayoritario de todos que cuando sale por mayoría absoluta. Evidentemente los consensos se logran si todos tienen voluntad.

--Pero en el último pleno provincial no se vio ese buen clima...

--Los nervios de los congresos...

--¿Es posible alcanzar acuerdos sobre el Hospital Provincial?

--A mí me gustaría pensar que es posible el acuerdo, pero desde luego va a ser muy difícil con la interlocución que en estos momentos hay por parte de la Conselleria de Sanidad y su interés por desmantelar el centro.

--Cuando anunció su marcha, ¿qué llamada agradeció más?

--Las tres conversaciones que pude tener a lo largo de esos días con el presidente Mariano Rajoy, en las que intentó persuadirme de la decisión tomads.

--¿Echó en falta alguna?

--No he echado a nadie en falta.

--¿La política le ha provocado renuncias en lo personal?

--Entiendo que en todos los trabajos uno tiene renuncias y que desde luego las renuncias de un cargo como el que yo he ocupado no son las más dramáticas. Hay mucha más gente que ha tenido que renunciar a muchísimas cosas, gente que anda de sol a sol trabajando por 700 euros al mes; desde luego no es la clase política la que peor vive actualmente.

--¿Qué espinita le ha quedado?

--Los resultados del 2015. Injustos resultados para muchas listas. Porque hubo alguna que pudo tener algún error pero siempre habían que no lo tenían y se llevaron el mismo resultado. Yo tuve parte de esa responsabilidad.

--¿Y su mayor satisfacción?

--El cariño con el que los afiliados me acogieron hace una semana en Peñíscola y la sensación de no haberles defraudado en las expectativas que hace cinco años depositaron en mí.