“Desde la entrada en vigor del decreto de estado de alarma nuestra actividad cambió por completo, ya que en los primeros días era muy complicado poder cumplir con las normas de seguridad que se establecieron e incluso nos planteamos hacer un ERTE. Ahora ya estamos completamente adaptados y seguimos trabajando como sector esencial”, señala Manuel Peña, quien atesora una experiencia en el mar de 35 años. “Veo un futuro incierto, ya que un sector como el de restauración, vital para la compra y consumo de nuestro producto, permanece cerrado con el consiguiente descenso de compras de pescado, y parece ser que será uno de los que más tarde se incorpore a la normalidad, lo cual crea una gran incertidumbre”. Peña y su tripulación realizan todos los días su trabajo equipados con mascarillas, pantallas protectoras y guantes. Además, “hemos instalado dispensadores de jabón y gel hidroalcoholico antiséptico en distintos lugares de la embarcación y llevamos a cabo la desinfección diaria del barco”, revela. “La parte positiva de esta pandemia es que la ciudadanía suele dar lo mejor de sí misma para salir adelante”, finaliza.