“Vivimos esta situación con la excepcionalidad que conlleva”, declara Pascual Lengua, quien atesora una experiencia de más de 30 años como cartero rural y, habitualmente, desempeña las labores de reparto en las poblaciones de Artesa, Tales, Veo, Alcudia de Veo, Ahín, etre otras. “Dada nuestra condición de contacto directo con la población, lo primero que se impuso fue la adopción de las medidas de seguridad que iban estableciendo, además de aquellas que nos dictaba el sentido común. Siempre he sido consciente de que nuestra labor es muy necesaria; de hecho, mi máxima ha sido que el correo es un medio de comunicación que no para ni siquiera durante una guerra y, si esto era una guerra, los primeros que debíamos estar en el frente somos nosotros”, argumenta este profesional. “A nivel organizativo también la situación ha tenido que adaptarse. La plantilla se ha visto reducida por la protección de los empleados de riesgo que no pueden trabajar y las zonas de reparto se han redistribuido”, señala. Eso sí, “he podido comprobar que esta crisis del covid-19 está sirviendo para que la sociedad se humanice”, concluye.