En Estados Unidos, el principio de la igualdad ante la ley es más nominal que real. Tras la crisis financiera del 2008, muchas aseguradoras y bancos pagaron multas millonarias, pero no se presentaron cargos penales contra nadie y ningún alto ejecutivo fue encarcelado. Tampoco es fácil que rindan cuentas los políticos corruptos. Ello es consecuencia de la práctica de buenos abogados, de las conexiones en altas instancias o de un recurso ante un tribunal superior que sirven para burlar las penas. De la quincena de congresistas condenados por corrupción en la última década, menos de la mitad pisaron la cárcel y cumplieron penas inferiores a tres años. RICARDO MIR DE FRANCIA

En el año 1978, el entonces presidente de la república, Giovanni Leone, dimitió por una supuesta comisión ilegal. A los 20 años de aquellos, los jueces hallaron que no era culpable. Pero el proceso más espectacular y mediático se inició en los 90 contra Giulio Andreotti, siete veces primer ministro, por sus relaciones con la mafia de Sicilia. Fue absuelto porque los hechos, aunque probados, habían prescrito. Ahora bien, el político italiano más procesado ha sido Silvio Berlusconi. De 12 causas, en tres fue absuelto y en otras se benefició de cambios legales y amnistías de sus gobiernos. Ha sido condenado solo por estafa fiscal a cuatro años, tres condonados y uno cumplido en servicios sociales. R. DOMÈNECH

En el Reino Unido no hay precedentes recientes ni de procesamientos judiciales o de condenas al estilo de lo que sí que ocurre, por ejemplo, en España. El único miembro de la familia real que se ha visto envuelto en escándalos ha sido el príncipe Andrés, hijo de la Reina, por su gestión como representante especial del Reino Unido para comercio e inversiones. Lo cierto es que nunca llegaron a investigarse sus actividades, pero el miembro de la familia real británica se vio forzado a dejar el cargo. Tampoco entre banqueros hay condenas, aunque sí procesamientos. Por ejemplo, tres directivos de Barclays Bank fueron juzgados y exonerados por fraude en una operación billonaria con Catar en la pasada crisis. BEGOÑA ARCE

Alemania no conoce la figura de la inviolabilidad para su jefe de Estado. El presidente de la república debe rendir cuentas con la justicia en caso de supuestas irregularidades en su gestión pública y también en lo que concierne a su vida privada. Sin poderes ejecutivos, la presidencia debe ofrecer ejemplo moral a la población alemana. De los últimos presidentes, dos de ellos se vieron obligados a dimitir por escándalos políticos o personales. Fue el caso de Horst Köhler, después de unas declaraciones en las que admitió que el despliegue de tropas en Afganistán respondía a intereses comerciales. Y también el de Christian Wulff, aunque esta vez por un caso de tráfico de influencias del que acabó absuelto. ANDREU JEREZ

En el año 2011, el que fuera presidente francés Jacques Chirac fue condenado a dos años de cárcel exentos de cumplimiento. Únicamente pudo ser juzgado cuando abandonó el Elíseo porque la Constitución otorga a su inquilino una inmunidad absoluta que desaparece al mes de finalizar mandato. Entonces puede ser procesado, pero solo por actos diferentes a los atribuidos por su función presidencial. Otro expresidente de la República que se sentará en el banquillo es Nicolas Sarkozy. Los escándalos y las financiaciones opacas salpicaron también a ministros de François Mitterrand, Valéry Giscard d’Estaing y también la actual jefa del BCE, Christine Lagarde. EVA CANTÓN