En España, que está a dos meses de celebrar sus terceras elecciones generales en tres años y medio, ya no hace falta aprobar para ser el candidato más valorado. En medio del naufragio general de los líderes de los grandes partidos, la encuesta del GESOP para este diario coloca a Pedro Sánchez y Albert Rivera al frente de las preferencias de los ciudadanos, pero ambos obtienen una nota de solo 4,2.

Al margen del suspenso, el presidente del Gobierno puede encontrar en el sondeo algunas razones para el optimismo. La más obvia es que su principal rival, Pablo Casado, está bastante peor. El líder del PP obtiene un 3,6, lastrado por el escaso aprecio que despierta en Cataluña (donde le ponen un dos) y en el País Vasco, donde obtiene un 2,9. Tampoco el adversario de Sánchez por el voto de izquierdas sale bien parado: Pablo Iglesias queda cuarto, con una nota de 3,5, que solo mejora al 2,9 del último clasificado, Santiago Abascal (Vox).

Pero sin duda el dato más alentador para el líder del PSOE surge cuando se pregunta a los ciudadanos por quién preferirían que fuera el próximo presidente del Gobierno: un 29,3% lo elige a él. La cifra parece en primera instancia poco espectacular, pero, en un escenario tan fragmentado, le da una considerable distancia sobre todos sus rivales. Rivera es segundo, pero con 11 puntos menos (el 18% se decanta por el líder de Ciudadanos). Y el actual presidente dobla a Casado, que solo convence al 14,3% de los encuestados.

Además, Sánchez se beneficia de que Unidos Podemos está en horas bajas por el cisma entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón para hacer mella en su electorado. Solo un 10,9% de los encuestados dicen que prefieren a Iglesias como próximo presidente, pero sin duda la circunstancia más llamativa es que, entre los votantes de la formación morada en las elecciones del 2016, hay más que quieren que el próximo jefe del Gobierno sea el líder socialista (un 41,2%) que el candidato de su propio partido (un 35,7%).

De hecho, Sánchez encabeza las preferencias a presidente en todas las comunidades autónomas. El hecho de que no despierte una profunda animadversión (aunque tampoco un gran entusiasmo, porque no logra ni un aprobado) en ninguna comunidad autónoma seguramente impide que Rivera le adelante en la puntuación global. El presidente de Ciudadanos obtiene un 2,3 (frente al 4,7 de Sánchez) en Cataluña y un 3,1 en el País Vasco que contrastan con las simpatías que despierta en Andalucía o la Comunidad Valenciana.

Si hay que buscar explicaciones al terremoto que detecta la encuesta del GESOP -la irrupción de Vox con 46 diputados-, pueden hallarse en las simpatías que suscita el líder de extrema derecha en los votantes del PP. Los ciudadanos que en el 2016 eligieron la papeleta de Mariano Rajoy puntúan a Abascal con un seis, solo ocho décimas por debajo de Casado. Cabe añadir que dan a Rivera la misma nota que al presidente de Vox.

En cambio, los electores de Ciudadanos suspenden tanto a Casado como a Abascal. Y lo mismo pasa con Sánchez e Iglesias: quienes en el 2016 votaron a Podemos aprueban al actual presidente del Gobierno con un 5,4, pero los electores socialistas suspenden al candidato morado con un 4,1.