La tormentosa caída de Pedro Sánchez como líder del PSOE en el comité federal del pasado sábado, su jornada más triste en lo que va de democracia, acerca a los socialistas a la abstención en una investidura de Mariano Rajoy. Los partidarios del exsecretario general dan por supuesto este paso, y anticipan que ahora el presidente en funciones será quien ponga las condiciones, explotando el miedo a unas nuevas elecciones en el PSOE, un partido al que el enfrentamiento interno de Sánchez con los barones más relevantes ha llevado a la implosión. Pero la senda que llevaría a los socialistas del ‘no’ al PP a facilitar su continuidad en la Moncloa está repleta de escollos. Ni los conservadores ni los líderes territoriales que forzaron la salida de Sánchez consideran que esté asegurada.

Son muy pocos los miembros del comité federal que se han abierto públicamente a una hipotética abstención. Con visiones no coincidentes, Josep Borrell, Guillermo Fernández Vara, José María Barreda, Odón Elorza y José Martínez Olmos. En privado son muchos más, entre ellos varios líderes territoriales, pero todos admiten la dificultad de dar el paso, por múltiples motivos.

El primero reside en la militancia socialista. En su huida hacia adelante frente a casi todo el poder institucional del partido y pese a la sucesión de derrotas electorales, Sánchez, el primer secretario general elegido por el voto directo de los afiliados, se ha venido retratando como el líder que expresaba el sentir de las bases, situadas más a la izquierda que sus mandos. En los últimos tiempos ha acusado a los críticos de buscar convertir el partido en una organización “subalterna” del PP y querer silenciar a los militantes.

“Nuestros afiliados no son exaltados. Son en general gente mayor, a la que se podría haber convencido de una abstención si hubiésemos hecho pedagogía desde el principio. Ahora es mucho más complicado”, señala un alto cargo socialista. Otro dirigente, también del bando que salió victorioso el sábado, reconoce que lo peor de una abstención sería “el elevado número de afiliados que se darían de baja”.

En el lado que se ha mantenido afín a Sánchez se insiste en consultar a las bases. Una convocatoria de este tipo debería ser aprobada por lagestora que ahora pilota el partido, capitaneada por Javier Fernández, presidente de Asturias. El organismo cuenta con 10 miembros, y la presencia de defensores del exlíder es residual. Solo son tres, pero dos de ellos, el balear Francesc Antich y el riojanoFrancisco Ocón abogaron este domingo por una votación interna sobre la abstención a Rajoy.

LOS ESCÁNDALOS CONSERVADORES

El segundo motivo que complica que los socialistas den este paso, algo que estudiarán en el comité federal del 8 de octubre, tiene que ver con el propio PP: su presunta “incapacidad para dialogar”, se queja un líder territorial, y sus escándalos, que no han remitido desde las últimas generales, con ejemplos claros como el frustrado nombramiento del exministro José Manuel Soria en el Banco Mundial y el paso de la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá algrupo mixto en el Senado.

Los populares, mientras tanto, dicen contemplar con escepticismola posibilidad de que el PSOE se abra a facilitar un Ejecutivo conservador, informa Gemma Robles. Subrayan que los socialistas que han defendido esta posición ante un micrófono son muy pocos. Entre ellos no se encuentra su principal dirigente, Susana Díaz. Muchos en el partido aseguran que la presidenta andaluza, a quien se ve como probable nueva secretaria general tras el congreso que tendrá lugar cuando se haya desbloqueado la gobernabilidad de España, también quiere la abstención, pero por el momento solo ha defendido que Rajoy dé un paso atrás.

Fuentes del PP, en cualquier caso, recuerdan que Rajoy siempre ha insistido en unGobierno estable, más allá de la investidura. Esa necesidad ahora es mayor, continúan, debido a la volatilidad en la que se ha instalado el PSOE. Los conservadores quieren mantener el tono bajo (su secretaria general, María Dolores de Cospedal, evitó hurgar en la herida este domingo) al tiempo que señalan que ahora la posición de los socialistas, tras su ceremonia autodestructiva, es de menor fuerza que antes. Ha perdido enteros su capacidad de poner condiciones a la abstención, como la derogación de las leyes más polémicas aprobadas por Rajoy (de la LOMCE a la reforma laboral), el aumento del gasto social y una reforma de la Constitución.

EL ESCENARIO DE LAS PRIMARIAS

Es algo en lo que el PP coincide con el núcleo duro de los fieles a Sánchez. Un importante miembro de este sector argumenta que su partido evitará por todos los medios unas terceras elecciones. Entre otros motivos, porque ese paso obligaría a convocar unaprimarias para elegir al candidato, a las que se presentaría, con muchas posibilidades de vencer, el exsecretario general, que “tiene a las bases de su parte”. Lo más probable, continúa, es que Rajoy exija la “genuflexión” de los socialistas para no ir a otros comicios. Y que estos lo acepten.

Los abstencionistas del PSOE, en cambio, aseguran confiar en la“responsabilidad” de Rajoy para que facilite el paso. “El PP se vería reforzado en unos nuevos comicios, pero dudo que a Rajoy le interesen”, señala un dirigente andaluz. “El PSOE se iría por el sumidero en esa convocatoria. No creo que Rajoy quiera al PSOE tan debilitado y a Podemos reforzado, en una clara segunda posición”, concluye.

Pero los críticos con Sánchez, que ahora tienen el control del partido, tampoco conforman un bloque homogéneo. Y este es el tercer gran obstáculo a una abstención. Hay barones que la defienden (el extremeño Fernández Vara lo ha hecho de forma explícita y el asturiano Fernández, implícita) y otros que tienen muchas dudas porque desestabilizaría a sus ejecutivos autonómicos, caso del valenciano Ximo Puig, que gobierna junto a Compromís. Aun así, si se llevara a cabo un sondeo entre todos ellos, ganaría la abstención. Solo que ahora mismo no hay nada estable en el PSOE.