Las negociaciones entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias están dando qué hablar pese a la «discreción» que, se suponía, iba a rodear estos encuentros. El baile de sillones, los intercambios de ofertas y los dimes y diretes, en general, están dejando a un lado la negociación programática. Un punto en el que todo el mundo parece coincidir es en que llegarán rápidamente a un acuerdo. No obstante, echando la vista atrás, ambos líderes tardaron más de dos meses y medio para fraguar el pacto presupuestario que presentaron en octubre. Y, aunque aquello allanó mucho las futuras conversaciones, el secretario general morado puede dar una vuelta de tuerca más tratando de imponer, siempre dentro de la «proporcionalidad», una agenda social de mayor calado.

«Nos hemos dejado muchas plumas», dijo Iglesias tras firmar aquel boceto de presupuestos que nunca llegó a materializarse. En aquel momento, el documento resultó no ser «satisfactorio» para el político madrileño, que buscará poner sobre la mesa aquellas medidas que no logró incluir hace ocho meses. En resumen, aquel pacto servirá ahora de «punto de partida» en unas negociaciones que se prevén inciertas y que adquieren un rumbo mediático que, se barrunta, no gusta dentro de Unidas Podemos.

Así, los ejes sobre los que parece que pivotará la estrategia negociadora de Iglesias resultan una mezcla de antiguas reivindicaciones, nuevas exigencias y puestos en el Consejo de Ministros para hacer cumplir las medidas y desterrar el miedo a que todo quede en «papel mojado».

Con cuatro años hasta las próximas elecciones y con la esperanza de que formarán parte del próximo Gobierno -todo apunta a que, como mínimo, ocuparán puestos intermedios en la Administración-, los morados han echado mano de su programa para proponer medidas sociales más ambiciosas y que conllevan un mayor gasto.

Así, resulta previsible que traten de tensar la cuerda con los socialistas para sacar adelante la ya recurrente renta mínima garantizada de 600 euros o el impuesto a la banca para recuperar los 60.000 millones del rescate bancario. Tampoco sorprendería que los de Iglesias insistiesen en volver a poner por escrito la necesidad de revalorizar las pensiones al IPC por ley, de derogar los aspectos más dañinos de la reforma laboral del PP o la intervención del mercado del alquiler. Además, podrían introducir en las negociaciones la incorporación del servicio de dentista gratuito a los servicios del sistema de salud -ya en vigor en el Ayuntamiento de Barcelona, liderado por Ada Colau-.

Sin embargo, más significativas podrían resultar las alusiones de dirigentes de Podemos sobre transición ecológica. El viernes, el coportavoz de la coalición, Juantxo Uralde, pidió crear una «vicepresidencia sostenible» ante una emergencia climática que afecta a todos los departamentos del Gobierno. Pese a que no aclaró si les gustaría ocupar este posible cargo, Uralde dejó caer que, «ojalá y preferiblemente», puedan impulsar medidas para frenar el cambio climático «desde el Gobierno».

Transición ecológica

En este sentido, el objetivo que persiguen es implantar un plan para reducir la producción energética basada en combustibles fósiles a la mitad en una década y alcanzar el 100% de la producción de fuentes renovables en el 2040, así como la creación de una gran empresa pública de energía para ejecutar la transición ecológica y bajar la factura de la luz.

Como aval, Iglesias cuenta con el acuerdo del Botànic II, donde el socialista Ximo Puig será presidente con los votos de Compromís y Podemos, que ostentará «vicepresidencia verde».