A mediados de junio, tanto el 'conseller' Jordi Jané como el director de los Mossos d'Esquadra, Albert Batlle, veían próximo el relevo en sus respectivos cargos. Ambos se sabían bajo sospecha por parte del entramado independentista, por su talante moderado y, en el caso de Batlle, también por su perfil técnico. Solo la CUP había solicitado explícitamente el cese del director de los Mossos antes del referéndum unilateral del 1-O, alegando su escaso compromiso con el proceso soberanista, pero era un secreto a voces que el frente independentista quería al frente de la policía autonómica alguien más de su cuerda.

En aquel momento, las prioridades de Jané y Batlle eran forzar una reunión de la Justa de Seguridad de Cataluña --ocho años después de la última cita-- para reforzar la cooperación antiterrorista con el Estado y promover la convocatoria de las 500 plazas que operativamente necesitan los Mossos. Hasta que estas dos incógnitas no se despejaran, su relevo carecía de justificación política. Paradójicamente, en cuanto cumplieron con éxito sus objetivos activaron la cuenta atrás de sus respectivos ceses.

Jané no solo albergaba dudas sobre la viabilidad de un referéndum ilegal y por el coste personal que este pudiera acarrearle de seguir como 'conseller'; también temía que, llegado el momento, el Gobierno del PP decidiera arrogarse las competencias de seguridad de la Generalitat para tomar el control efectivo de los Mossos antes del 1-O. "Sería un error. Los 'mossos' actuarán exactamente igual bajo dependencia del ministerio del Interior o del Govern: acatarán la ley y cumplirán las órdenes que les dicten jueces", llegó a comentar en privado. El 'president' Carles Puigdemont no esperó a que el Estado interviniera los Mossos: preguntó a Jané si estaba dispuesto a llegar hasta el final con el 1-O y, ante su respuesta negativa, aceptó su dimisión.

Desde el viernes, al consumarse el relevo como 'conseller' de Jané por parte de Joaquim Forn, independentista convencido, la suerte de Batlle estaba echada. Porque, en sus escasas declaraciones públicas, el director de los Mossos había sido inequívoco acerca del papel que debe jugar la policía autonómica ante un hipotético choque de trenes con el Estado: "Nosotros lo que tenemos que hacer es cumplir la ley. La policía tiene una dependencia jerárquica del Departament d'Interior y una dependencia funcional, como cuerpo judicial, de la fiscalía y de los jueces. Siempre hemos cumplido esta función y, por supuesto, la seguiremos cumpliendo", manifestó el pasado 18 de febrero en el programa 'Aquí parlem' de TVE en Catalunya.

Albert Batlle, director general de la policia autonòmica

Si el viernes, tras el relevo de Jané y el nombramiento de Forn, Batlle aún tenía alguna duda sobre su disposición a dejar el cargo, el nuevo 'conseller' acabó de despejarla al dejar en el aire la continuidad del director de los Mossos. El fin de semana redactó su carta de dimisión y este lunes se la entregó a Forn, que la aceptó sin vacilar. Ahora desparecerá de la escena pública con la satisfacción personal de haber sido leal al Govern y a sus propias convicciones.