Barcelona ha rendido homenaje a las víctimas de los atentados del 17-A. Ese era el objetivo y el temor es que la coyuntura política lo impidiera. Finalmente el acto institucional de la plaza de Catalunya, con la presencia de los Reyes, el Gobierno y el Govern, se celebró con la emoción y el respeto esperable. Tan solo los gritos de un reducido grupo, que lanzaron vivas al Rey y a España, rompieron en alguna ocasión el clima, lo que forzó a la mayoría a chistarles. Sin éxito. Solo al final, cuando el acto había finalizado se escuchó el grito que definió la respuesta ciudadana de hace un año: “No tenim por”.

La plaza no estaba abarrotada. Presentó un buen aspecto, pero la multitud se situó de manera esponjada, lejos de las estrechesces del minuto de silencio celebrado el 18 de agosto del año pasado, el día después de la matanza.

El acto institucional, que ha arrancado hacia las 10.30 horas con 'El cant dels ocells', de Pau Casals, ha contado con la presencia de varias de las víctimas, en primera fila, y con las autoridades en segundo plano, de pie. A destacar la presencia de los presidentes del Congreso (Ana Pastor) y del Senado (Pío García Escudero). No tanto por su presencia en sí, aunque no sea común verlos en Barcelona juntos en un acto oficial, sino porque, junto con Pedro Sánchez, estableciron una barrera protocolaria de separación entre Felipe VI y el ‘president’ Quim Torra.

Homenaje musical

El homenaje, conducido por la periodista Gemma Nierga, ha consistido en la interpretación del 'Cant dels Ocells', la lectura en ocho idiomas -los que hablan las víctimas de los atentados- de un fragmento del poema 'Devociones sobre situaciones inesperadas', de John Donne, a cargo de ocho jóvenes que profesan distintas religiones y la interpretación de las canciones ‘Somewhere under de rainbow’. ‘Hallellujah’, ‘Imagine’ y ‘Qualsevol nit pot sortir el sol’.

El independentismo organizado brilló por su ausencia. Como se especuló, las organizaciones secesionistas optaron por ‘hacer un Tortosa’, es decir, ningunear la presencia del monarca. Tan solo la gran pancarta que, desde un edificio de la plaza, rezaba que el Rey “no era bienvenido en los países catalanes” recordó la polémica de las últimas semanas y el amago de boicot a la presencia de Felipe VI. En el centro de la plaza, y en los aledaños, se vieron profusión de banderas y símbolos rojigualdos.