Nacieron, se multiplicaron y han envejecido en 30 días. Llegaron a convocar protestas en 18 barrios de Madrid y muchas otras capitales en las que participaron unos pocos miles de personas. Un mes después, la pseudorevuelta iniciada en el barrio de Salamanca se apaga. Y el Ministerio del Interior ha retirado la vigilancia sobre la zona, según ha podido comprobar este diario. Apenas 10 personas participaron el martes por la noche en la protesta de Núñez de Balboa, la tercera calle más cara de Madrid, en el tercer barrio más rico de España.

Ellos son los últimos de Núñez de Balboa, una protesta de ricos o pijos que gritaban «Libertad» y hacían sonar sus cacerolas. Dos jubilados esperan a un compañero que llega al volante de un Jaguar azul eléctrico y saca del asiento trasero una bandera de España en la que se envuelve. «La culpa de que no venga nadie la tienen las terrazas y el solecito», comentan. Joaquín Ariza, el hombre que ha llevado el megáfono durante estos 30 días, admite que han perdido fuerza. «Desde ahora, no haremos protestas diarias, serán semanales, los miércoles».

Fuentes policiales analizan las causas del final de ese bautizado como Movimiento Barrio de Salamanca y que ahora se llama Resistencia Democrática. «Fue un movimiento vecinal que sorprendió. Estaban vinculados a Whatsapp, no tenían líder. Tampoco había una finalidad clara, más allá de protestar contra el Gobierno. Como muchos movimientos sociales, ahora surgen bruscamente y mueren bruscamente». Un analista explica que la protesta «no supo romper las fronteras del barrio rico». Y el apadrinamiento que Vox hizo de las caceroladas también habría contribuido a su final.