Un fallo judicial escandaloso le sirvió para que Vox se fijara en él y le convirtiera en su fichaje estrella y su referencia en Andalucía, amparado en su discurso antifeminista y contra la "ideología de género". Y otro proceso judicial lo ha apartado de la vida del partido. Francisco Serrano, juez en excedencia y muy crítico con las paguitas y las subvenciones, se refugia ahora en un escaño de la Cámara andaluza como parlamentario no adscrito tras conocer que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) le investigará por fraude en subvenciones o estafa en un proyecto de biomasa nunca ejecutado que recibió 2,5 millones de euros, dinero tampoco devuelto.

Su nombre empezó a sonar a comienzos de los 2000, cuando este juez, considerado serio y riguroso en esos tiempos, rechazó de forma sistemática desde su juzgado de Familia que una mujer alcohólica rehabilitada pudiera recuperar la tutela de sus hijos. Serrano los mantuvo con la familia de acogida "para evitarles daños psicológicos". La Audiencia Provincial le enmendó en 2006 por "actuar de forma subjetiva" y "atribuirse facultades legislativas", e indemnizó a la mujer con 1,4 millones de euros por daño moral.

Desde ese momento, y coincidiendo con la aprobación de la Ley Integral de Violencia de Género, que retiraba competencias de su juzgado, el juez subió el tono. Una norma, decía, "inspirada en la dictadura del feminismo radical" que permitía que "miles de hombres" fueran detenidos por "denuncias falsas". Los colectivos feministas llegaron a pedir al Consejo General del Poder Judicial que lo expedientara por ser "altavoz de los maltratadores".

Lo peor estaba por llegar. En 2010 alteró un turno de custodia para que un menor saliera en procesión con su padre divorciado. La madre denunció, fue condenado por prevaricación e inhabilitado a dos años, lo que le valió para presentarse como víctima del "hembrismo" y el "yihadismo de género", según su terminología. Su discurso negacionista de la violencia machista se enconó, y llegó a promover la campaña "Mujer, sé honesta y denuncia cuando se deba y no cuando convenga".

Regreso a la judicatura

En el 2016, el Tribunal Constitucional le permitió regresar a la judicatura. Pero su foco estaba ya puesto en la política, donde había desembarcado dos años antes de la mano de Santiago Abascal porque, como justificó, "para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada". En su primer intento como candidato a la Junta de Andalucía apenas arrancó 18.000 votos. En 2018 dio la sorpresa y capitaneó el desembarco de la ultraderecha en las instituciones públicas al lograr 12 diputados y convertirse en llave de gobierno. Su partido, sin embargo, demostró no confiar mucho en él más allá de su notoriedad para atraer votos, y la negociación de peso la llevó directamente la dirección nacional.

Desde la plataforma del Parlamento andaluz, pareció disfrutar avivando la polémica, y se estrenó pidiendo los nombres de los profesionales de los juzgados de Violencia de Género, él que llevaba un despacho especializado en estos asuntos. Vox, sin embargo, no quiso limitar su estrategia a este asunto, y le fue apartando progresivamente del primer plano.

Su epílogo lo empezó a escribir el verano pasado, al ser desautorizado por Vox tras señalar que la sentencia de La Manada estaba "cargada de condicionantes mediáticos y políticos". Pidió al Parlamento una baja por enfermedad ante el "linchamiento mediático", enlazó con las vacaciones y, a la vuelta, nada volvió a ser igual. Sólo volvió a acaparar protagonismo tras conocerse la investigación por fraude con una ayuda millonaria a una empresa de la que participó.

Serrano lo tilda de cacería contra su partido, volviendo a presentarse como mártir frente a la izquierda. Y pese a asegurar en su momento que "no era un político, sino un profesional que quiere servir a España en la política", ha aprendido rápido: ha pedido la baja de militante de Vox para no dañar al partido, pero no renuncia a su escaño que le permite el aforamiento. Según justifica, porque militantes y simpatizantes se lo piden.