P edro Sánchez se entrevistará el próximo miércoles con el Rey en el Palacio de Marivent (Palma de Mallorca), según consta en la agenda tentativa del presidente del Gobierno. El líder socialista abordará con Felipe VI los rebrotes del coronavirus, pero también, sobre todo, la salida de España de Juan Carlos I, cercado por las sospechas de corrupción, quien ahora mismo, debido a la opacidad de la Casa del Rey y del propio Ejecutivo, se encuentra en paradero desconocido. Sánchez aplaude el destierro del exjefe del Estado, pero por vez primera no todo el Gobierno respalda a la Monarquía. Unidas Podemos está en contra, tanto de la institución como de la forma en la que Juan Carlos I ha sido apartado. Y ahora la parte socialista del Ejecutivo, mayoritaria, se ve forzada a defender con ahínco la decisión, algo que incluye, de forma indirecta, defender al exjefe del Estado.

Horas después de que la Casa del Rey informara el pasado lunes de que el monarca emérito abandonaba España, Pablo Iglesias difundía un duro escrito. El vicepresidente segundo y líder de Podemos argumentaba que se trataba de una «huida indigna» que «deja a la monarquía en una posición muy comprometida», porque Juan Carlos I, que de momento no está siendo investigado pero podría serlo, «debería responder por sus actos ante su pueblo».

Carmen Calvo se encargó ayer de responder a Iglesias. «El rey emérito no huye de nada porque no está inmerso en ninguna causa», señaló la vicepresidenta primera en Oviedo.

Calvo fue quien negoció con la Casa del Rey la salida del exjefe del Estado, en una delicada operación de la que solo estuvieron al tanto, además de Sánchez, su jefe de gabinete, Iván Redondo, y el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños. El auténtico núcleo duro del presidente. Fuentes de la Moncloa explican que no solo quedaron al margen de la decisión Iglesias y los ministros de Podemos, sino también el resto del Ejecutivo, de procedencia socialista.

El debate interno no va a quedar zanjado. Los socialistas asumen que sus socios continuarán con el tono de los últimos días, porque les permite marcar perfil propio y reconectar con su electorado, en horas bajas tras los malos resultados en las recientes elecciones vascas y gallegas. «La imagen es muy mala para nuestro país», dijo ayer la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Desde En Comú Podem, su líder en el Congreso, Jaume Asens, consideró «plausible» un referéndum sobre la forma de Estado a lo largo de esta década, una hipótesis que Sánchez rechaza. «El Gobierno que yo presido considera plenamente vigente el pacto constitucional, que incluye la monarquía parlamentaria», dijo el martes.

Mientras tanto, el Partido Popular intenta desgastar a Sánchez por las diferencias en el Gobierno, buscando atraer a la parte más conservadora del electorado socialista. Los populares recriminaron que el presidente «no pare los pies» a Iglesias y le acusaron de defender la monarquía «con la boca pequeña». Para el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Montesinos, Sánchez es el «único responsable» de lo que ocurra dentro de su Ejecutivo. Y señaló que tenía dos opciones, respaldar al Rey o mirar para otro lado, y «optó por no desautorizar a Iglesias».

Pero el PSOE no teme tanto una fuga de votantes en esta dirección como en la inversa, hacia Podemos. Porque el republicanismo, reconocen en su dirección, «tiene tirón». H