Con los redobles del nuevo himno del PP, que parece una fusión entre la banda sonora de Piratas del Caribe y Juego de Tronos, el presidente del PP, Pablo Casado, llegó a Zaragoza pisando fuerte. Era el primer acto de precampaña -por lo menos el primero desde que Sánchez convocase las elecciones para el 28-A el pasado viernes- y aprovechó la ocasión para lanzar uno de esos anuncios que siempre gusta y termina en aplausos: «una revolución fiscal» que incluye una bajada de todos los impuestos y la supresión del de Sucesiones, Donaciones, Actos Jurídicos documentados y Patrimonio.

Casado se presentó en la capital aragonesa para clausurar la Convención de Economía y Empleo del PP como la única alternativa para acabar con el independentismo, recuperar el empleo, mejorar la competitividad y facilitar la creación de nuevas empresas. En definitiva, para mejorar la senda económica del país como ya hicieron en su día, según el conservador, sus predecesores Aznar y Rajoy.

CUESTIÓN DE CONFIANZA / Animó a los suyos a salir a ganar para recuperar un estado de bienestar «en riesgo». El líder popular se erigió como el único capaz de acabar con la «pesadilla del PSOE con los comunistas y con los independentistas» y de atajar el problema de Cataluña con un 155 más duro. «Quien quiera aplicar el 155 tiene que votar a un senador del Partido Popular», clamó entre aplausos, uno de los pocos de un discurso que rozó los 50 minutos con una gran carga económica y demasiados números y porcentajes.

Con una situación económica delicada y una Europa que examina con lupa las cuentas, Casado afirmó que ya tiene diseñado un plan para gobernar que pasaría por bajar el IRPF por debajo del 40% y el de sociedades por debajo del 20% . «Y lo vamos a hacer nada más llegar al Gobierno», recalcó con convicción el líder popular.