Pablo Casado parece dispuesto a arriesgar. Tanto que está sorprendiendo, y en algunos casos hasta descolocando, a un buen puñado de cargos autonómicos y locales a raíz de la estrategia desplegada en estos días de precampaña andaluza, la primera que vive como presidente del partido. Él y su equipo arremeten con llamativas fórmulas contra el PSOE, dejando el guante blanco para Ciudadanos -que amenaza con sorpasso a los populares en los comicios del 2 de diciembre- y obviando a Podemos buena parte del tiempo. Hasta ahora, la morada era la formación en la que solían colocar el foco, especialmente en tiempos de urnas, para darle mayor visibilidad y así ahondar en la división del voto de la izquierda.

Principalmente esta estrategia, junto a las asombrosas declaraciones que se vienen haciendo por parte de los jerarcas de Génova, han dejado boquiabiertos a muchos populares. Y no sólo a aquellos y aquellas que en su día dieron apoyo a Soraya Sáenz de Santamaría en el último congreso del PP, sino también a algunos relevantes dirigentes que en su momento prestaron su aval al propio Casado y que comienzan a temer ser superados por los naranjas ya en Andalucía. Esta amenaza ha tornado de poco probable, según las encuestas, a posible en los cálculos que hacen los descontentos con la estrategia de la nueva dirección.

La equiparación de la Andalucía de Susana Díaz con la Cuba de Castro; las continuas alusiones a la prostitución y los lupanares para intentar subrayar la corrupción en las filas del socialismo andaluz, sea cual sea el contexto discursivo; la innecesaria comparación entre la capacidad de los niños de unas y otras comunidades o la exaltación de la hispanidad hasta rozar lo humorístico son ejemplos de una forma de comunicar inaudita. La dirección popular le quita hierro al asunto, cree que en general conecta más con su público potencial y estima normal que el líder empiece a recibir más críticas, propias y ajenas, tras tres meses a los mandos y una gran exposición mediática.

Mención específica merece en este recopilatorio la enrevesadísima intervención de Dolors Montserrat en el Congreso apuntando que las prostitutas deben estar «desconcertadas» con la actitud del PSOE, entre otras muchas lindezas que expresó (o al menos lo intentó) y que resultaron en su conjunto ininteligibles. La dirigente catalana provocó una convulsión interna en el PP tras su alocución del miércoles. El puesto de portavoz en el Parlamento en tiempos de oposición es considerado clave y Montserrat ya venía siendo cuestionada.

Pero su señalado rifirrafe con la vicepresidenta Carmen Calvo subió el listón de las críticas entre sus compañeros, que se plantean si es la idónea para el puesto que ocupa. Por el momento, Casado no contempla su relevo, aseguran fuentes de su entorno, lo que no significa que sea ajeno a las dudas que existen sobre lo adecuado de ese nombramiento.

La dirección popular prefiere no pararse demasiado a pensar en estos asuntos. Como también aparta las suspicacias que levantan su trato y reconocimiento al partido de Albert Rivera, al que Casado ha llegado a pedir (como a Vox) que no se presente en determinadas circunscripciones en las autonómicas y municipales de mayo para no empeorar los resultados del PP. El líder conservador prefiere primar el cuerpo a cuerpo con Sánchez y el PSOE en busca de reconocimiento como jefe de la oposición, tanto que ha reducido a lo anecdótico los ataques políticos a Podemos para dañar al bloque de la izquierda en su conjunto. De hecho, las recientes palabras de Martínez Maíllo, número tres del partido con Mariano Rajoy, calificando de «puto amo» a Pablo Iglesias por su papel en los presupuestos, no gustaron a la cúpula actual, aunque tuvieron mejor acogida en algunas organizaciones regionales.

Por su lado, el presidente del Gobierno es consciente de la necesidad de Casado de desmarcarse de Rivera en la oposición para ganar aire en el centro-derecha y no concede al líder del PP lo que ansía. No pierde Sánchez ocasión de hablar de «PP y Ciudadanos», casi siempre conjuntamente y con formato pinza, y del supuesto oxígeno que le están concediendo a la extrema derecha con su forma de ejercer la política.

Casado considera que su estrategia frente al proyecto presupuestario del Ejecutivo (anuncia veto e incluso recurso en el Tribunal Constitucional) le va a dar réditos gracias a la UE, donde también está buscando su hueco junto a otros nuevos líderes emergentes de la derecha. Esta semana dará prioridad a los Presupuestos y a Cataluña. Lo hará en el Congreso, pero especialmente en el Senado, donde cuenta con mayoría absoluta y Ciudadanos no le hace sombra.