Tras la caída de Carmen Montón por su máster fraudulento y las acusaciones de irregularidades cometidas por el presidente durante la elaboración de su tesis y libro posterior (desmontadas en su mayor parte), el foco se sitúa ahora sobre Dolores Delgado, titular de Justicia. Nada tiene que ver aquí la trayectoria académica de la exfiscal de la Audiencia Nacional, sino sus relaciones con el excomisario José Manuel Villarejo, en prisión desde noviembre por el llamado caso Tándem, que investiga las cloacas policiales.

A golpe de revelación periodística, Delgado se ha visto obligada a cambiar de versión sobre sus vínculos con el antiguo agente. Ayer, después de que se publicaran unos audios durante una comida en el 2009, la ministra admitió que se había reunido en tres ocasiones con él. También comparó su caso con el del rey Juan Carlos.

El asunto es incómodo para el Ejecutivo, tanto por la capacidad del excomisario para continuar desestabilizando con sus grabaciones como por los cambios en el relato de Delgado, pero fuentes de la Moncloa y del PSOE descartan que Delgado vaya a caer. Al menos, de momento, a falta de nuevas pruebas en su contra. Hay «mucha preocupación», explican los interlocutores consultados, pero la sensación no es de «máximo nerviosismo» como cuando el escándalo que afectó a la exministra de Sanidad, a la que Sánchez respaldó hasta el último momento. El presidente se mantuvo esta vez en silencio, pero trasladó en privado su apoyo a la ministra. El entorno del líder socialista alabó sus explicaciones «claras y contundentes». Delgado continúa. El PP y Cs, mientras tanto, van a la caza. Los populares exigieron su dimisión y el partido naranja pidió que rindiera cuentas en el Congreso, cosa que la titular de Justicia hará en los próximos días.

UNA CONVERSACIÓN DISTENDIDA / Los audios, publicados por moncloa.com, no revelan gran cosa. Tan solo se escucha a Delgado hablar con familiaridad con Villarejo, alrededor de una mesa de una marisquería madrileña en la que también se reunieron, en octubre del 2009, otros tres policías y el exmagistrado Baltasar Garzón, muy cercano a la ministra. Pero la grabación viene a desmontar las distintas versiones que había dado hasta ahora la titular de Justicia sobre sus vínculos con el antiguo comisario. Primero, al saberse que entre la documentación intervenida a Villarejo aparecía un apunte sobre un supuesto encuentro con ella cuando era fiscal, Delgado dijo que no había tenido «relación de ningún tipo» con el antiguo policía. Después, que no había «tenido ningún tipo de relación personal, profesional, oficial o no oficial (¿) más allá de haber coincidido con él en compañía de otras personas en algún evento». Y ahora, según explicó Justicia a través de un comunicado, que «tiene recuerdo de haber coincidido» con el exagente «en tres ocasiones».

Delgado se tomó toda la mañana para redactar su respuesta a las grabaciones. El texto, que asegura que la ahora ministra «no estaba invitada» a la comida pero acudió «a petición» de Garzón, comienza recordando que Villarejo se encuentra «en prisión provisional como presunto autor de delitos muy graves». A continuación argumenta que su «estrategia procesal» consiste en «atacar al Estado y sus instituciones», poniendo como ejemplo la grabación que hizo a Corinna zu Sayn-Wittgenstein, en la que la examiga personal del Rey emérito le atribuía prácticas que podrían ser delito. «Primero cargó contra la Jefatura del Estado con grabaciones relacionadas con el Rey emérito. Ahora ataca al Ejecutivo en la persona de la ministra de Justicia», señala el comunicado, en el que se justifica la relación con otro de los asistentes a la comida, el excomisario Enrique García Castaño, también imputado en la causa en la que se investigan las cloacas policiales. «Es uno de los principales expertos españoles en materia de terrorismo yihadista y de ETA», dice el texto del ministerio.

TEMOR EN LOS POPULARES / Las explicaciones no calaron en el PP y Cs. Los populares pidieron la dimisión de Delgado. Su salida, dijeron, debe producirse antes de que la ministra sea reprobada el martes o el miércoles por el Senado, donde el partido de Pablo Casado goza de mayoría absoluta. El portavoz de los conservadores en la Cámara alta, Ignacio Cosidó, no quiso entrar en el contenido de las conversaciones, porque dijo desconocer si estaban manipuladas o no, pero sí marcó «la línea roja de la mentira». La ministra, denunció Cosidó, «ha mentido a los españoles».

En Génova, aun así, se vive con tensión la publicación con cuentagotas de los audios del excomisario. Cosidó, que fue director general del Cuerpo Nacional de Policía entre el 2011 y el 2016, rechazó que pueda salir una conversación con él durante esos años porque solo lo saludó de manera «protocolaria» en un acto. Pero no descartó que algún otro dirigente del PP pueda haber tenido contactos con Villarejo y la charla, como tantas otras, quedase grabada. «Espero que no, pero solo puedo responder por mí mismo», dijo.

Ciudadanos también movió ficha, registrando una solicitud de comparecencia de Delgado, unas explicaciones que después la propia ministra se mostró abierta a dar. La comparecencia podría ser esta misma semana.