La célula yihadista desarticulada en Terrassa en el 2015 en la operación Caronte, con diez detenidos que se han sentado esta semana en el banquillo en la Audiencia Nacional, tenía un macabro plan. Iban a secuestrar y degollar a una mujer, que ya tenían seleccionada, al modo del Estado Islámico (EI). Así lo reveló en la jornada de ayer ante el tribunal el instructor de los Mossos en aquella operación, que se llevó a cabo ante el riesgo de que los presuntos terroristas lograran su objetivo.

El testigo señaló, además, que la organización ya había hecho fotos de posibles blancos de atentados en Barcelona con metralletas y explosivos. Según supieron por un agente encubierto que los Mossos infiltraron en la célula, esta pretendía atentar contra «peces gordos» -afirmó-, entre los que podrían encontrarse políticos, militares y policías, además de contra puntos emblemáticos de la capital catalana como el Parlament, la plaza de España y el Puerto Olímpico, y también atacar sinagogas judías y centros comerciales.

La decisión de llevar a cabo las detenciones se tomó, declaró el mando policial, cuando descubrieron que ya estaban preparando un acción concreta: «Secuestrar a una mujer, ponerle un traje naranja, entrevistarla y degollarla al modo del Estado Islámico, para colgar luego las imágenes en Youtube». Aquello fue, manifestó, «un punto de inflexión».

En la reunión en la que se preparó esta acción, el 2 de abril del 2015, el presunto líder de la célula, el español convertido al islam Antonio Sáez Martínez, apuntó que el plan «sería mejor que un atentado, pues tendría más repercusión» y que tenía ya a la persona seleccionada, que sabía dónde vivía. Así que, para «garantizar la seguridad», los investigadores hablaron con la fiscalía y el juez cara a proceder a las detenciones.

Previamente, se habían planteado ya, para financiar la célula, secuestrar a una directora de una sucursal bancaria, relató el mosso.