El imán de Ripoll Abdelbaki Es Satty era el cabecilla de la célula que cometió los atentados de Barcelona y Cambrils el 17 de agosto del 2017, pero no el autor intelectual. El cerebro que diseñó los ataques con los que los terroristas querían golpear la capital catalana el año pasado se encontraba «en una ciudad del centro de Europa» en aquel momento. Fuentes de la investigación han asegurado a este diario que el terrorista está localizado, cambia con cierta regularidad de país (no concretan si pasa por España) y «sigue entrando en contacto con otros grupos» de radicales.

Las fuerzas de seguridad españolas, con ayuda de servicios de espionaje extranjeros, lograron llegar hasta el responsable intelectual del 17-A pocas semanas después de los ataques. El ideólogo había pensado causar una masacre en el Camp Nou, además de en la Sagrada Familia, también en Barcelona, y en la Torre Eiffel, en París. Sin embargo, debido al accidente mortal que tres de los terroristas sufrieron en el chalet de Alcanar (Tarragona) durante la preparación de los explosivos, cambiaron de planes.

Tras perder la base de operaciones, los integrantes del resto de la célula decidieron, de manera improvisada, que Younes Abouyaaqoub provocara el terror en La Rambla con una furgoneta y que otros cinco viajaran a Cambrils (Tarragona), donde arrollaron a varias personas, antes de morir por disparos de los Mossos d’Esquadra. En total, fallecieron 16 personas y cerca de 140 resultaron heridas.

Las fuentes consultadas no dan detalles de la nacionalidad ni de la edad del cerebro del 17-A, ni tampoco desvelan si vivió en algún momento en España.

RÁPIDA REIVINDICACIÓN

Los investigadores sospecharon desde el primer momento que había una conexión internacional por tres hechos: la gran cantidad de explosivos manejada (unos 200 kilos), la gran envergadura de los atentados y la rapidez en la reivindicación por parte del Estado Islámico. Los expertos del Cuerpo Nacional de Policía, los Mossos d’Esquadra y la Guardia Civil consideraron que la celeridad con que el grupo yihadista se atribuyó el ataque demostraba que esta organización estaba al corriente de la existencia de la célula y de los preparativos. Normalmente, cuando el atentado lo comete un simpatizante que actúa por su cuenta, el Estado Islámico suele tomarse varios días para emitir un comunicado. En cambio, en este caso, se lo atribuyó a las nueve de la noche del mismo día de los ataques mediante un mensaje de su agencia de propaganda Amaq.

Fuentes de la investigación explican que los terroristas de Ripoll, en la provincia de Gerona, donde residían desde hacía muchos años nueve de los 10 componentes de la célula, ya habían iniciado el proceso de radicalización cuando Es Satty se instaló en esa ciudad en el 2015 para ser el imán. Los jóvenes no tenían más de 28 años y dos eran menores de edad (17). Los servicios de seguridad consideran que el imán, un marroquí de 43 años, fue el «catalizador» de unas voluntades que ya rondaban en las cabezas de los jóvenes, que ya se habían radicalizado a través de internet. La evolución fue más rápida de lo habitual, apuntan esas fuentes, porque se da la circunstancia de que entre los nueve yihadistas había cuatro parejas de hermanos y algunos de ellos eran primos.

CONFIDENTE

Las fuerzas de seguridad consideran que el imán era el enlace con el autor intelectual del golpe, que en aquel momento estaba «en una ciudad del centro de Europa». No se sabe todavía en qué momento Es Satty se convirtió al yihadismo y pasó a estar dispuesto a inmolarse. Estuvo encarcelado entre el 2010 y el 2014 por tráfico de drogas y en ese periodo fue confidente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y de otros cuerpos de seguridad, según se supo en noviembre.

Cuando faltan dos semanas para el primer aniversario de los atentados en Cataluña, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ha levantado parcialmente el secreto del sumario del caso porque, según su razonamiento, considera que ya no se van a ver afectadas las investigaciones.

La pieza principal de la causa abierta consta de 21 tomos. El juez mantiene la reserva para, entre otras, las piezas relativas a las comunicaciones entre los terroristas y las comisiones rogatorias a otros países para determinar las conexiones internacionales.