Faltaba la encuesta del CIS, que les sitúa como el partido más votado el 21-D, para que Albert Rivera lanzara un comentario que para mayor ironía parafrasea a sus poco estimados rivales de Podemos. "Sí, se puede acabar con la pesadilla separatista. Seguimos", sentenció este lunes el líder de Ciudadanos. El partido naranja se fundó en el 2006 con el objetivo prioritario de combatir el nacionalismo catalán, multiplicó su base electoral durante estos años de 'procés' y ahora se ve a un paso de ver cumplido su sueño con Inés Arrimadas dispuesta a pasar de jefa de la oposición a presidenta de la Generalitat.

Su programa electoral es claro: desmontar pieza por pieza las estructuras independentistas. Para poder aplicar el rodillo, sin embargo, en Ciutadans son plenamente conscientes de que requieren dos herramientas imprescindibles para ponerse manos a la obra. Por orden cronológico, la primera de ellas pasa por la plena movilización electoral de los contrarios a la secesión. "El cambio en Cataluña es posible" si van a votar todos los que quieren "pasar página" de la "etapa negra" que en su opinión ha supuesto el 'procés', resumía el secretario general del partido, José Manuel Villegas. 'Ara sí votarem' es con toda la intención el lema de campaña de los naranjas, toda un llamamiento a la participación y todo un mensaje de combate contra los soberanistas y su referéndum particular del 1-O.

La pugna con el PSC

El área metropolitana de Barcelona será el terreno de juego donde Arrimadas vierta mayores esfuerzos, la misma zona en que se dirimirá el papel futuro que pueda tener el PSC de Miquel Iceta. Los socialistas serán precisamente la segunda herramienta que necesita Ciutadans (o a la inversa) para culminar sus propósitos. A partir del día 22 mandarán los pactos electorales, pero los naranjas ya han empezado la presión en toda la cancha (por ahora sin éxito) para que el PSC facilite una hipotética investidura de su presidenciable. El apoyo de un minoritario PPC, al que ya no le quedan muchos electores que 'cederle', se da por descontado.

La candidata repetirá con ecos continuos la máxima de que se debe poner fin a la "fractura social" provocada por el 'procés' y llamará al "respeto y la verdad", tratando de colar también otros mensajes que le dibujen un perfil más allá del soberanismo. "No hay una lista del paro para independentistas y otra para no independentistas"; "en nuestra tierra se habla mucho de independencia y muy poquito de dependencia". Son dos frases estas lanzadas este lunes que demuestran su intención de ofrecer una imagen postprocesista. Y a ellas se suman otras de cariz más económico: reforma de la financiación, sí. "Cuponazo" a la vasca, no. Medidas para recuperar a las empresas que se fueron a raíz del 1-O, sí. Ayudas del Estado para atraerlas, no. Ciutadans apuesta por reducir la presión fiscal para conseguirlo. Pero antes tendrá que ver cumplido su sueño.