No se trata de discriminar. Pero sí de dejar clara la diferencia entre los que son de aquí y los que están de visita. El gobierno de Ada Colau tiene entre manos un plan para que moverse por la ciudad le salga más caro a un turista que a un residente. Porque, alega, los segundos deben beneficiarse de las subvenciones en materia de transporte público y los primeros deben colaborar a la financiación de la ciudad. Por eso, está previsto, o esa es la línea de trabajo que sigue el ayuntamiento, que los forasteros paguen más del doble por una T-10 y que los autocares con excursionistas que entran en Barcelona sufraguen una tasa para poder circular. Sería el primer peaje para acceder al núcleo urbano.

Del total de desplazamientos urbanos, entre el 10% y el 15% corresponden a turistas, según cifras del consistorio. Pero el reparto no es equilibrado, ya que, como es obvio, suelen moverse por los principales atractivos que ofrece la metrópolis. Basta un dato: 15 paradas de metro (de un total de 165) absorben el 66% de la movilidad turística en el subterráneo. Lo mismo sucede con ciertas líneas de bus. Como el 24, convertido en bus turístico 'low cost' gracias a un recorrido que incluye el parque Güell, la casa Balló, el mercado de Sant Antoni, la Pedrera y la Fundació Tàpies.

Recurrentes 'versus' habituales

Mercedes Vidal, concejala de Movilidad, ha sido la encargada de desgranar el plan este lunes. Ha explicado que el asunto de los billetes de metro y bus irá ligado a la implantación de la T-Mobilitat -prevista para finales del 2018-, que sustituirá, de manera gradual, todos los títulos de transporte vigente a día de hoy. Será gracias a ese sistema que se podrá distinguir entre locales y visitantes. A los primeros se les aplicará la tarifa que cada año aprueba la Autoridad Metropolitana del Transporte (ATM), que incluye la subvención que la Administración aporta con el objetivo de promocionar la movilidad sostenible.

En el caso de la T-10, es un 54% del coste total. A los segundos se les cobrará el dispendio íntegro del servicio, esto es, el 54% que paga la cosa pública más el 46% que paga el usuario. En total, si la tarjeta vale hoy 9,95 euros, a un turista de Massachussets que venga a pasar unos días en noviembre le saldrá por 21,6 euros. De este modo, al forastero le saldrá el billete (cada tarjeta incluye 10 validaciones) por 2,16 euros, casi lo mismo que ya cuesta el ticket sencillo que usan menos del 5% de los usuarios.

Vidal lo ha resumido así: "Hay que conseguir una fórmula que diferencie entre la sostenibilidad del sistema de los viajeros habituales y los usuarios más esporádicos, que deberán cubrir el coste total". La estrategia prevé "hacer más atractiva y deseable la tarjeta Hola BCN!, destinada a turistas, y que permite adquirir pases de entre dos y cinco días con validaciones ilimitadas dentro de esos intervalos. Vidal ha explicado que el 62,7% de los forasteros que usan bus o metro echan mano de la T-10, subvencionada por la Administración, y no del título pensado expresamente para los visitantes.

El ayuntamiento también prevé actuar con los autocares que traen excursionistas, ese turista que pasa el día en la ciudad pero no pernocta. Se calcula que de los 30 millones de personas que visitan Barcelona cada año, 13 millones no pasan la noche aquí y, por lo tanto, no pagan impuesto alguno. La medida ya se aprobó inicialmente el pasado mes de julio a propuesta del grupo Demòcrata.

Cobrar al turoperador

Como resulta imposible dirigirse a los forasteros como entes individuales, la idea es cobrar a los turoperadores que contratan los autocares. El consistorio calcula que cada día entran en el casco urbano una media de entre 150 y 200 vehículos cargados de chancletas, con puntas, en la temporada más alta, de hasta 250. Esa es la línea de trabajo, que vendría a complementar lo que se hace desde abril con los cruceristas de estancia corta (inferior a 12 horas), a los que se cobra 0,65 euros.

Para poder sacar adelante estas propuestas antes de que termine el mandato (mayo del 2019), como es deseo del gobierno, Barcelona en Comú deberá buscar socios en dos direcciones. El tema de la tarifa deberá negociarlo en el seno de la ATM con la Generalitat de Catalunya y con el Área Metropolitana de Barcelona. Con los segundos no será complicado porque Colau preside este ente que engloba a 36 municipios. Con los primeros, habida cuenta de que las cuentas de la capital catalana tapan importantes agujeros de las del Govern, tampoco debería haber mucho problema. Por lo que respecta a la tasa a autocares, y como sucede con todo en materia fiscal, la propuesta deberá pasar el corte del pleno municipal.

Otras propuestas

El podio de medidas propuestas en la estrategia de movilidad turística lo completa el impulso del taxi compartido que este sector lleva tanto tiempo reclamando. También está previsto revisar el funcionamiento del Bus Turístic "para evitar solapamientos entre líneas" y reducir el impacto del alquiler de bicicletas, patinetes y otros artilugios eléctricos.

La revolución que está por venir

La primera fecha facilitada por el Govern para el estreno fue el 2015. A partir de ahí, puntualmente, año tras año, la Generalitat ha ido postergando el despliegue de una de las renovaciones en materia de transporte público más importantes de la historia reciente: la T-Mobilitat. Este documento está llamado de sustituir todos los títulos de transporte público (unos 80) que hoy corren por los vagones y autobuses. Esta tarjeta inteligente permitirá llevar en un mismo formato todas las opciones posibles para moverse por el territorio. Lo último que se sabe es que estará lista a finales del 2018. Este sistema permitirá el prepago, el pospago (domiciliación bancaria), la recarga por internet y el pago por móvil. Está previsto que antes de que termine el año se haga una prueba piloto en la línea 9 de metro.

El sueño de compartir taxi

El taxi lleva años reclamando una reforma que le permita competir con las aplicaciones móviles que intentan ofrecer el mismo servicio, básicamente Cabify, que ya opera en Barcelona, y Uber, que está intentando reunir suficientes licencias de alquiler de vehículos con conductor para desembarcar en Catalunya. El taxi compartido es sin duda el principal caballo de batalla del gremio, puesto que este medio de transporte que muchos consideran un lujo pasaría a ser una interesante alternativa para desplazarse por la ciudad. En un principio, sin embargo, este servicio está pensado para trayectos muy concretos, como el aeropuerto de El Prat. El consistorio también quiere flexibilizar los horarios del taxi en determinados momentos (ferias, conciertos…) y reforzar la formación en idiomas de los chóferes.

Las estaciones más demandadas

La concejala de Movilidad, Mercedes Vidal, ha explicado este lunes que hay 15 estaciones de metro que engloban el 66% de toda la movilidad turística. Son, por orden descendiente desde la más concurrida por los forasteros: Sagrada Família, Catalunya, Espanya, Liceu, Passeig de Gràcia, Barceloneta, Diagonal, Lesseps, Drassanes, Jaume I, Paral·lel, Ciutadella, Urquinaona, Sants Estació y Universitat. A nadie se le escapa que estas paradas coinciden con los principales focos turísticos de la capital catalana. El cálculo se ha realizado en función de las validaciones realizadas con los títulos de transporte Hola BCN!, pensados especialmente para turistas (billetes ilimitados durante 2-5 días), tal y como podemos encontrar en muchas otras ciudades de todo el mundo.