De fontanero a presidente del Senado. Después de foguearse apagando fuegos en la Moncloa y encarando negociaciones tan delicadas como las del tripartito, del Estatuto de Cataluña y del acuerdo federalista con el PSOE, Miquel Iceta (Barcelona, 1960) no se amilanó cuando en el 2014 le tocó coger el timón del PSC en pleno maremoto. Astuto y hábil negociador, diagnosticó que el paciente no estaba para revoluciones y que en lugar de hardcore lo que necesitaba era hilo musical de los de consulta de dentista después de tanto redoble de tambores. Aparcó el derecho a decidir que tantos dolores de cabeza les había dado y gracias a su baile al ritmo de Queen (quién se lo iba a decir) reflotó la nave en las elecciones catalanas del 27-S del 2015. Ahora marcará el ritmo de los debates en el Senado.

Tras 21 años en el PSC, saltó a la fama al convertirse en 1999 en el primer político español en salir del armario. Ese fue el año en el que aterrizó en el Parlamento catalán, donde es el decano de los diputados. Bregado tras casi cuatro décadas en la política, Iceta conoce al dedillo todos los recovecos de la política catalana.

El partido le ha seguido en su apuesta inequívoca por Pedro Sánchez en el pulso a los críticos del PSOE, negándose a que los votos de los socialistas catalanes sirvieran para hacer presidente a Mariano Rajoy. También defendió que se rompiera la disciplina de voto con el 155 (aprobado sin el apoyo de José Montilla, único senador del PSC) después de haber intentado mediar hasta el último momento para intentar evitar la DUI y la suspensión del autogobierno catalán.

La discordia

El único motivo grave de discrepancia interna en estos dos años ha sido su decisión de incluir la llamada ley de la claridad (el referéndum a la canadiense) en la ponencia del congreso del PSC, como alternativa en caso de que fallara la reforma constitucional. Una caja de Pandora que reabrió en la última precampaña cuando, en una entrevista en Berria, comentó que si el 65% de los catalanes estuvieran a favor de la independencia, la democracia debería buscar una solución.