Los guardias civiles propuestos por la fiscalía para declarar en el juicio del procés participaron en las distintas diligencias de investigación: registros, incautación de material electoral, análisis de documentación... De ahí que sus testimonios pasarán de «caras que eran reflejo del odio» y de los principios del «conflicto vasco» a las estructuras del Estado que la Generalitat preparaba sin apenas transición. Mientras que el primer testigo cifraba en más de 22.000 euros el «dinero que necesitaban para soportar desde la declaración de independencia hasta que tuviesen una capacidad administrativa propia», los demás describieron su percepción de las protestas que se produjeron en las diligencias en las que participaba.

El que llevó la descripción más allá fue uno de los agentes que participaron en la nave de Bigues y Riells, en la que se encontraron casi 10 millones de papeletas electorales. Lo hizo al explicar que entendía que el letrado de la administración de justicia (antes, secretario judicial) tenía «miedo». «Es que era para tenerlo -añadió-. Yo no he vivido el conflicto vasco, gracias a Dios, pero compañeros míos me dijeron que los principios se asemejaban bastante». Le interrumpió el presidente del tribunal, Manuel Marchena, que pidió otra pregunta.

Para entonces el testigo ya había descrito el odio que veía en la gente, que les gritaban «os mataremos». «Parecían que les estábamos robando algo en su casa», añadió. No había sido el primero en hablar de odio. «Lo que vi en las caras fue el reflejo del odio», como no había visto en su vida, había dicho el subteniente que participó en el dispositivo que el 19 de septiembre de 2017 se personó en la nave de Unipost de Tarrasa, donde se intervinieron 43.000 sobres electorales.

Más tarde un sargento primero introdujo esa misma sensación el 1-O. Explicó que, tras actuar en Sant Andreu de la Barca, no sufrió daño físico, pero sí «moral», porque a día de hoy aún no sabe si le «insultaron por cumplir una orden judicial o por ser guardia civil». «Me ha quedado cómo me miraron, pero a mí nunca, por hacer mi trabajo, me habían escupido y hasta el día de hoy no entiendo que esas personas del pueblo se habían comportado como delincuentes», explicó.

22.000 millones / El primer testigo fue un cabo de la Guardia Civil que participó en el registro del despacho del que era vicepresidente de Patrimoni, Francesc Sutrias, y analizó los correos de Lluis Salvadó, entonces secretario de Hacienda, detalló ante el tribunal del procés cómo se preparó una Agencia Tributaria Catalana, que «no tenía sentido sin la independencia».

Según uno de los documentos intervenidos, para conseguirlo, se necesitaban 4.500 millones del sector público catalán, 6.000 millones de ayuntamientos, más 1.300 de impuestos propios. Además, calculaban pedir 11.000 millones en China. «Todo ese dinero es el que necesitaban para soportar desde la declaración de independencia hasta que tuviesen una capacidad administrativa propia que les permitiese» vivir, aseguró el testigo.

Explicó que el registro del despacho de Salvadó «fue espectacular en cuanto a documentación», porque entre sus papeles había sobre «aduanas, catastro...» Según el testigo, «había una preocupación muy grande sobre financiación; sobre cómo podía sobrevivir económicamente hablando» cuando se produjese la independencia y durante la transición.

Y pese a que «se detectó que la Agencia Tributaria catalana no estaba preparada para actuar el día después de la independencia», sí contaba que «tenían preparado un sistema informático que diseñó IBM y encontramos una factura de 240.000 euros», relató ante el tribunal.