Apenas disipada la marea feminista que tomó las calles el domingo, la Generalitat se despertó ayer enmedio de una nueva tormenta política a cuenta, precisamente, de la gestión de un presunto caso múltiple de violencia machista a cargo, nada menos, del que fuera jefe de Gabinete del consejero de Exteriores, Alfred Bosch. La gestión del caso, que incluyó el cese, el pasado 24 de enero, de Carles Garcias, el presunto autor de acoso sexual a varias trabajadoras de la consellería, derivó en un enfado notable del presidente Quim Torra, de una catarata de exigencias de explicaciones por parte de JxCat y, finalmente, por la tarde, en la propia dimisión de Bosch.

El motivo es que en ningún momento Bosch dio aviso de la situación detectada en Exteriores, por lo que no se pudo iniciar el protocolo que la administración catalana tiene previsto para estos caso. La sombra del encubrimiento oscurece todo el asunto.

Según publicó el diario Ara, «tras recibir informaciones sobre actitudes machistas y sexistas» de Garcias, la Consejería «se impulsó de oficio una investigación interna para esclarecer los hechos».

Según el diario, «desde su posición de mano derecha del conseller y tanto en la sede del departamento como en actos o viajes, protagonizaba un marcaje constante a las trabajadoras, también a las que acababan de llegar, con comentarios, mensajes e insinuaciones, en los que llegaba a ser muy insistente para verse a solas con ellas».

«Las reuniones entre él y algunas de las trabajadoras acostumbraban a retrasarse hasta que no quedaba nadie más en el despacho y a menudo se intentaba que fueram del ámbito laboral. El lenguaje sexista y los chistes de contenido sexual eran habituales», expone el rotativo. Por ello, y con la orden expresa de Oriol Junqueras, se cesó a Garcias y se le suspendió la militancia.