No ha podido ser un «fin de semana constitucionalista» como el que auguraban. Societat Civil Catalana (SCC) suspendió este sábado su primera manifestación por las calles de Madrid debido al «mal tiempo», pero consiguió exhibir músculo en barcelona para que el nuevo Govern no descarrile y se ciña a la «legalidad».

Bajo el lema «Ara més que mai, seny», la manifestación discurrió por las mismas calles en las que la ANC pidió justo una semana antes que los partidos independentistas forjen un Ejecutivo decidido a «activar la república».

Los 7.000 asistentes, según la Guardia Urbana (200.000 según los convocantes), lucieron banderas españolas, senyeres y su ya popular corazón divido entre estas dos insignias y la europea, además de consignas a favor de una encarcelación de Carles Puigdemont.

Ciutadans, PP y PSC se volcaron de lleno en la marcha con el desembarco de su plana mayor. El delegado del Gobierno en Catalula, Enric Millo, la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, el líder de los naranjas, Albert Rivera y el de los socialistas, Miquel Iceta, flanquearon al gran fichaje para la ocasión, el exprimer ministro francés, Manuel Valls, quien ya estuvo en Barcelona para apoyar a los constitucionalistas durante la campaña electoral del 21-D. Valls dio por «fracasado» el proyecto independentista y ha zanjado que «cambiar las fronteras de Europa es guerra», algo que «no se puede permitir», por lo que ha llamado a otros dirigentes europeos se sumen para evitar la secesión.

En su discurso tiró de épica para blindar una Europa «unida» y aseguró que «nadie» aceptará una eventual Cataluña independiente en el marco de la Unión Europea. «No quiero que los catalanes piten lo que representa España en momentos tan difíciles», señaló en alusión a la pitada al Rey en la manifestación por los atentados yihadistas del pasado agosto. «Catalanes, salid de las trincheras, hablad y construid futuro», enfatizó, ovacionado por los asistentes.

Otra de las estrellas de la convocatoria fue la actriz Rosa Maria Sardà. En su puesta en escena ha exigido que los políticos «actúen con la razón y no con la tripa» e insistió en que «sobran insultos y faltan argumentos» en las acusaciones cruzadas entre los dos ejecutivos.

Ante la atenta mirada de representantes del Gobierno, cargó con dureza contra su gestión del conflicto catalán. «Eficacia es diálogo, hacer política, escuchar y no hablar tanto. Parte de lo que pasa en Cataluña es vuestra culpa. Que dejen de jugar los de aquí y los de allá a ver que partido es más inflexible. Lo están haciendo fatal», espetó.

También se dejó ver el exfiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo, quien exigió a los partidos independentistas el cese de su «constante violación del ordenamiento democrático». Se dirigió explícitamente a CDC para decirles que «los catalanes están hartos de ser gobernados por un partido delincuente», y mostró la sentencia del caso Palau a los ojos de todos.

También pidió que se deroguen las «leyes de desconexión» que aprobó el Parlament la legislatura pasada y ha propuesto una consulta pactada con el Estado para una reforma constitucional. Eso sí, siempre que los independentistas «renuncien antes a su proyecto».

Los líderes de Ciutadans, PP y PSC, respondieron de forma casi unánime. Iceta urgió que se acabe con la «vigencia del 155», mientras que la ministra Montserrat sacó pecho de su actuación que, a su parecer, «ha devuelto la concordia y la ley a Catalunya». Albert Rivera, por su parte, les exigió que «dejen de pensar en sus propios partidos y que piensen más en España», para modificar una ley electoral que ven «injusta» y que les «impide sacar adelante un nuevo Ejecutivo pese a haber ganado las elecciones».