Sus 45 años de trayectoria profesional y haber sido teniente fiscal del Tribunal Supremo con seis fiscales generales del Estado, tanto de gobiernos del PP como del PSOE, serían, en circunstancias normales, sinónimo de ser una persona conciliadora, que rehúye los conflictos y a la que se le dan bien los equilibrios, tanto con sus superiores como con sus subordinados. «Un buen jefe», lo describe uno de estos últimos. Sin embargo, las entrevistas de Luis Navajas a OkDiario y a Onda Cero han provocado una conmoción sin precedentes en la Fiscalía, al denunciar que dos compañeros suyos, ambos representantes del ministerio público en el juicio del procés , le intentaron influenciar para investigar al Gobierno de Pedro Sánchez por el covid, lo que, en su opinión, significa que estaban «contaminados ideológicamente».

La falta de costumbre de que los fiscales y los jueces ofrezcan una entrevista en la que hablan sin pelos en la lengua de la ideología de los miembros de sus respectivas carreras (aunque también expliquen que luego no se traslada a sus informes o resoluciones) ha revolucionado al ministerio público. En Twitter, los fiscales de a pie se pronunciaban sin pudor a favor o en contra, en función de que consideren que prevalece la necesidad de evitar presiones de ningún tipo en su labor o el daño hecho a la Fiscalía al dar a entender que el criterio se forja en función de ella.

La más generalizada, en cualquier caso, es la opinión de que Navajas «se ha equivocado» y de que una trayectoria como la suya, en la que quiso «ir a San Sebastián cuando nadie más quería, porque había 90 muertos», ha quedado empañada por haber ido a un medio de comunicación a contestar de cara las críticas ocultas en «fuentes fiscales» con las que se recibió su informe en contra de investigar al Gobierno por la gestión de la pandemia. Y eso a solo 80 días de jubilarse. O, quizá, justo por eso.

La Fiscalía General del Estado abrió este martes una información previa que no se dirige oficialmente ni contra él ni contra los compañeros que se acercaron a su despacho para recordarle que «el prestigio de la carrera recaía sobre sus hombros». Se trata de una iniciativa muy genérica que no tiene por qué terminar en la apertura de un expediente, trámite solo previsto en caso de que la inspección aprecie indicios de una conducta sancionable disciplinariamente, precisan fuentes fiscales consultadas.

Dudan de esa posibilidad, ya que, por lo jerarquizada que es la Fiscalía, ven complicado que la visita a un despacho de dos subordinados suponga algún tipo de presión, sobre todo por lo fácil de cortar que sería con un «no sigas por ahí» o «esta reunión se ha acabado». Una de esos compañeras era Consuelo Madrigal, fiscala general del Estado con el PP y autora de un artículo en El Mundo muy crítico con el estado de alarma, también bajo la lupa de Inspección y que no deja muchas dudas sobre su ideología. El otro no fue mencionado por Navajas, pero se sabe que fue Fidel Cadena, actual fiscal jefe de lo Penal del Supremo, que siempre ha destacado por su discreción.

Se da la circunstancia de que su mandato lleva unos meses caducado. El suyo no es un caso único, porque la anterior fiscala general, María José Segarra, renunció a realizar nombramientos con el Gobierno en funciones. Las fuentes consultadas vinculan con la treintena de designaciones que en un par de meses realizará su sucesora, Dolores Delgado, las respuestas dada por las asociaciones fiscales a las palabras de Navajas. Fueron muy prudentes, e incluso inexistentes por parte la Unión Progresista de Fiscales, a la que pertenecía la exministra de Justicia.

Pero lo que más se comenta en Fiscalía es la forma en la que Navajas señaló a los fiscales del procés . No solo por el intento de influirle, sino también al hablar de sus dudas sobre la acusación por rebelión, «globo que pinchó» el Supremo, dijo, al condenar por sedición. Y les apuntó directamente como quienes con más virulencia atacaron al alto tribunal por esa sentencia. H