E l PSOE andaluz se ha convertido en un auténtico avispero en el que las facciones enfrentadas empiezan a preparar armas cara al congreso en que se dirimirá si Susana Díaz sigue liderando la federación socialista más numerosa. Los críticos, cada vez más, van perdiendo el miedo, como demuestra el paso al frente dado hace unos días por el diputado Felipe Sicilia, y ya no dudan de que se lo pondrán difícil a la expresidenta, aunque todavía no se conoce quién será su rival y si habrá más de uno.

La dirección federal no mueve ficha e insiste en que no es el momento de batallas internas, en plena pandemia por el coronavirus y de negociación de los Presupuestos Generales.

Los últimos líderes socialistas en Andalucía siempre han tenido una corriente crítica, a los que se suman ahora sanchistas de primera hora e incluso susanistas descontentos. El malestar se ha elevado tras la pérdida de la Junta andaluza, y son numerosas las voces que cuestionan si la propia Susana Díaz es el proyecto y el liderazgo más adecuado para recuperar el poder.

En Ferraz y en la Moncloa subrayan que Sicilia no es su candidato, ni el del presidente Pedro Sánchez. «Otra cosa es que Felipe tenga el apoyo de alguien de la dirección», subrayan desde la sede. No hay prisa porque no se tiene claro quién podría ser el rival de Díaz, y porque además desde hace meses la baronesa andaluza no crea ningún dolor de cabeza en Ferraz. No se le ha oído ni la más mínima crítica en meses y su poder orgánico se ha agrietado muchísimo. Es lo que, a fin de cuentas, siempre esperó la cúpula, que cayera por su propio peso.

Pero quien cobra más relevancia es Juan Espadas, el alcalde socialista de Sevilla. A comienzos de este mismo año también dejó la puerta abierta al estar dispuesto «a lo que los compañeros decidan». H