A Yoana Collantes, de 32 años, la vida le dio un vuelco el año pasado. Tras un segundo aborto entró en depresión y fue entonces, estando de baja, cuando se enteró de que su empresa, en la que llevaba trabajando cinco años como teleoperadora, cerraba sus puertas. Con este panorama, pronto no pudo pagar los 390 euros al mes por el piso que tenía en alquiler en el Camino de San Rafael.

«Yo estaba ganando 1.500 euros más incentivos, por eso pude comprar casi todos los muebles de la casa», cuenta esta semana. Para empeorar la situación, por un problema con la Seguridad Social a causa de un empleo anterior se quedó sin derecho al paro. «En este tiempo he echado muchos currículum e intentado trabajar, pero no he podido», explica.

Sin ingresos y con una pareja que se dedica a pequeñas chapuzas, la única alegría en todo este tiempo ha sido el nacimiento de su hijo Haytam, que ya tiene tres meses.

Un poco antes, a finales de marzo, y en pleno embarazo, Yoana se libró de un primer intento de desahucio por el estado de alarma. El pasado 29 de septiembre, un segundo intento lo frenó el juzgado al considerar el estado de vulnerabilidad social y económica en el que vive su familia.

«Nunca me he negado a pagar ni me he escondido, pero ahora mismo tiro para adelante gracias a la Cruz Roja, a las asistentas sociales que me mandan a OSAH y también a los Ángeles Malagueños de la Noche», confiesa.

A su lado se encuentra Francisco Álvarez, fundador de Abanicos Solidarios, la asociación malagueña que trata de mediar entre las partes para intentar parar los desahucios mediante el diálogo y la concienciación.

Sin embargo, en este caso explica que no ha sido posible. Los propietarios han perdido la confianza con la inquilina, comenta tras hablar con ellos.

Francisco Álvarez argumenta que el caso de esta joven y su familia entraría de lleno en uno de los más recientes planes sociales del Ayuntamiento. «Se trata del plan 5, por el cual necesitas venir de un desahucio para que te concedan una ayuda al alquiler», subraya.

Las esperanzas del fundador de Abanicos Solidarios y Yoana Collantes pasarían porque el escudo social implantado por el Gobierno retrasara hasta finales de enero el desahucio, pero sobre todo porque los propietarios del piso permitieran a la inquilina un plazo hasta que pudiera abandonar la vivienda.

«Hasta que tenga un añito»

«Con la ayuda social concedida, que sería superior al alquiler, ellos podrían seguir con el débito y Yoana ya sabría cómo pagarles, pero al menos que le den un tiempo para que pueda rehacer su vida. Qué menos que hasta que el bebé tenga un añito. Es lo único que pedimos», resalta Francisco Álvarez.

Tras preguntar por su caso,el Ayuntamiento informó ayer a este diario de que a comienzos de año le concedió una ayuda social de urgencia por tres meses, y ahora «tiene una ayuda de alquiler por cuatro años, por un importe de 17.000 euros. Ahora tiene que buscar un alquiler y el dinero ya está preconcecido», explicó a este diario un portavoz municipal.

La noticia, sin embargo, ha sido recibida con escepticismo por el fundador de Abanicos Solidarios, al argumentar que el Consistorio ha llegado a anunciar la concesión de muchas ayudas por circunstancias parecidas, pero luego no se han hecho realidad.

«Las concede de palabra pero físicamente no llegan», critica Francisco Álvarez.

Habrá que esperar a ver si este atisbo de esperanza que se le abre a Yoana y su familia se convierte en realidad o se queda solo en buenas palabras.