En Unidas Podemos, los puestos de trabajo de los llamados 'errejonistas' se parecen cada vez más a esas sillas de montar calientes de las que sales por los aires al mínimo descuido. Y si no que se lo digan al exdiputado de Podemos Miguel Vila, un técnico de imagen y sonido de la formación morada al que su amistad con el exdirigente podemita Íñigo Errejón le costó el despido cuando se quedó sin escaño en el Congreso allá por el mes de marzo.

Menos mal que la jueza madrileña Patricia del Valle acaba de darle la razón no solo condenando al partido liderado por Pablo Iglesias a readmitirle, sino dando por probado que su despido obedeció a una sola razón: no ser 'pablista'.

La historia se remonta a diciembre del 2015, cuando el técnico audiovisual entró de lleno en el proceloso terreno de la política y se ganó el escaño de diputado por Burgos. Por esa razón, y porque volvió a salir elegido en la repetición electoral de junio del 2016, causó baja en la Seguridad Social y alta en el régimen especial de parlamentarios, hasta que las Cortes se disolvieron el 5 de marzo de este año.

Al quedar fuera de la Diputación Permanente del Congreso, Vila pidió la indemnización por transición a la que tienen derecho los diputados hasta que se celebren nuevas elecciones y, como no fue candidato en los comicios del 28 de abril, reclamó la correspondiente indemnización por cese de su actividad parlamentaria.

BAJA VOLUNTARIA

Paralelamente, solicitó a Podemos su reingreso como técnico, pero la formación morada le dio con la puerta en las narices agarrándose a que no había solicitado en su momento una excedencia forzosa para ser diputado, sino una baja voluntaria como empleado. El partido de Iglesias también alegó que Vila tardó más de un mes en pedir la reincorporación, con lo que legalmente ya no había lugar a la misma.

Pero la jueza que ha visto el caso no ve en estos argumentos más que una excusa para tomar represalias contra un amigo de Errejón distanciado de las tesis predominantes en el partido. La magistrada lo dice de forma mucho más elíptica y elegante en su sentencia, pero admite el argumento del trabajador de que fue "represaliado", ya que considera que su despido fue una "reacción ilícita frente a la afinidad política" del exdiputado, con vulneración de los artículos 14 y 24 de la Constitución.

Además de rechazar el incumplimiento del plazo y la petición de baja voluntaria, la magistrada entra de lleno en las causas reales del despido y da por buenas las explicaciones de Vila sobre su escasa afinidad con el "denominado sector 'pablista'", dado que forma parte del grupo próximo a Íñigo Errejón. En ese sentido, sentencia que no resulta "controvertido" que no es afín a ese sector, algo que ratificó en el juicio el exdirigente de Podemos Jorge Lago, también "errejonista".

Para sonrojo del partido morado, la magistrada subraya que Podemos no presentó ninguna prueba de que el despido no fuera una "represalia", por lo que lo declara nulo y sin "justificación alguna".

REPRESALIA "IDEOLÓGICA"

Como no podía ser menos, Vila se ha apresurado a pasarle factura a su antigua y ahora actual 'empresa'. Aparte de confesar que está "muy contento", ha reconocido sentir lástima por que "Podemos vulnere los derechos fundamentales de los trabajadores". "Esta vez hay condena, pero no soy el único que sufrí represalia ideológica en mi puesto de trabajo porque hay muchos casos más", denunció.

Su propósito es "seguir trabajando" en un territorio tan hostil como el que le espera. "Fue todo un despropósito: intenté negociar, pero no quisieron escucharme", se lamenta.

La 'empresa' Podemos ya ha anunciado que acatará la sentencia, pese a que la número dos de la formación, Irene Montero, ha considerado en la cadena SER que "es un poco raro que trabaje en un partido político un miembro de otro". A juzgar por el tono de Montero, parece que no será fácil la cohabitación del 'errejonista' Vila con las huestes del todopoderoso Iglesias.