El alcalde de Pamplona, Joseba Asiron (EH Bildu), anunció este jueves la colocación de las dos primeras placas "de recuerdo y homenaje" a las 27 víctimas de ETA en la ciudad, las del estudiante Alfredo Aguirre Belascoain, y la del agente de Policía Nacional Ángel Postigo Mejías.

En conferencia de prensa, Asiron ha precisado que las víctimas de ETA en Pamplona ascienden a 27 y que, de esta forma, se cumple el acuerdo que tomó la Junta de Portavoces del Ayuntamiento de la capital navarra el pasado 23 de marzo de 2017 y con el que se refrendó el tomado por el Parlamento foral para toda Navarra.

En concreto, la Cámara foral acordó en sesión plenaria encomendar al Gobierno de Navarra y a los ayuntamientos que de manera "consensuada y con permiso de las familias" se colocaran placas en los lugares donde se produjeron los atentados.

CASTELLANO Y EUSKERA

La placa de Alfredo Aguirre, muerto con 14 años, se ha colocado en la Bajada de Javier, donde fue asesinado el 30 de mayo de 1985, y la de Ángel Postigo se ha ubicado en la confluencia entre las calles Marcelo Celayeta y Bernardino Tirapu, en el barrio de la Rochapea.

En ambos casos, el texto se inicia con la frase "en memoria de" y recoge el nombre de la víctima, la fecha de nacimiento y muerte y las palabras "víctima de ETA", en castellano y euskera. Asiron ha explicado que la ley de protección de datos no permite "hacer sin más un trasvase de datos y direcciones" de las víctimas de ETA y que se debía solicitar al Ministerio del Interior, el órgano competente para ello.

Al respecto, ha indicado que "hasta el momento presente" no se ha recibido una respuesta por parte del citado órgano, aunque ha señalado que "espera" que vayan llegando las direcciones de todas las víctimas. En cualquier caso, ha explicado que la "intención es ir colocando estas placas en función del ritmo" con que se vayan recibiendo los datos requeridos.

En el plano personal, ha señalado que la colocación de las placas supone "no solo una obligación moral" sino también "toda una satisfacción y un motivo de orgullo". Asiron ha descrito los encuentros mantenidos como "cargados de emoción y dolor en más de un momento", presididos por "la cercanía, el respeto y la cordialidad".