El paso del imán de Ripoll, Abdelbaky Es Satty, por la cárcel de Castellón I --en la carretera de l’Alcora-- pasó desapercibido para quienes le trataban a diario y, como ellos mismos explicaban a Mediterráneo, «nunca evidenció signos de radicalismo». De hecho, durante los años que estuvo ingresado en Castellón, a parte de organizar el rezo musulmán de los viernes, salía al patio todos los días y se relacionaba con el resto de reclusos con normalidad, «era correcto». Tampoco su indumentaria, como ocurre con otros presos, era llamativa, vistiendo pantalones, a veces cortos, y camisetas.

No obstante, como informaron las mismas fuentes, durante su paso por esta cárcel castellonense coincidió con otro islamista radical que participó en el atentado del 11-M en Madrid. Se trata de Rachid Aglif, alias El Conejo, condenado a 18 años de cárcel. Fuentes fidedignas apuntan a que «la radicalización de Es Satty podría haber comenzado aquí, en Castellón, sin levantar sospechas». Hace poco más de un año El Conejo fue trasladado a la cárcel de Albocàsser, donde permanece en el módulo de aislamiento reservado para presos peligrosos. Él sí que lleva siempre una chilaba, no como Es Satty. En Albocàsser hay ingresados actualmente una decena de islamistas radicales que suelen coincidir en el patio, donde intercambian ideas.

SE DEDICABA A LEER Y A REZAR

La rutina de Es Satty en la cárcel de Castellón I era idéntica a la de los presos comunes: «Las comidas las hacía en el comedor común y se sentaba con los reclusos con quienes tenía más confianza. En el Ramadán le llevaban la cena a su celda». Por lo demás, todo normal». Y añadieron: «No hablaba mucho, solía leer y rezaba».