El transcurso de las horas facilita la asimilación de la sorpresa. Aunque sean desagradables. Y a medida que avanza el reloj, los republicanos van encontrando ítems (como la gran penetración conseguida en el área metropolitana) con los que consolarse de su doble decepción. La de perder ante Ciudadanos, pero sobre todo, por inesperado y repetitivo en los tiempos, ante la nueva marca de Convergència, Junts per Catalunya. La lectura del dictamen de las urnas ha empujado a los republicanos a aceptar como prioridad el retorno del «Govern legítimo» y, por tanto, que el presidenciable del frente independentista y su mayoría absoluta es el expresident Carles Puigdemont.

Esquerra espera ahora que sea Puigdemont el que dé el primer paso. E incluso desearían que fuera la gran vencedora de los comicios, Inés Arrimadas, la que iniciara una rueda exploratoria de contactos para ver si tendría apoyos suficientes para ser investida. Algo que, obviamente, no tiene.

«Sería bueno que se viera la soledad de Arrimadas incluso entre aquellos con quien comparte el bloque del 155», dice una fuente». En cualquier caso, como señala esta voz, ERC «es la tercera fuerza y debe esperar a que la vengan a buscar». «Junts per Catalunya ha basado toda su campaña en el retorno victorioso de Puigdemont. Ahora puede hacerlo. Nosotros le votaremos», sostiene.

¿Y si no vuelve? «Pues entonces Junts per Catalunya, el PDECat, ahora que reaparece tras estar agazapado, tendrán que explicar mucho y muy bien a todos los catalanes por qué no se cumple lo que ha sido la única promesa de campaña», ha sentenciado este cargo republicano.

En ese caso, el del no retorno de Puigdemont, se abre el debate sobre a quién investir. Sostiene ERC puertas adentro que si el objetivo es volver a otorgar los cargos a los miembros del Govern destituido, ese eventual sucesor de Puigdemont no puede ser nadie que no estuviera ya en el Ejecutivo catalán.

E, incluso, rizando el rizo, si el expresident no puede prometer cargo, cabría ver si, en lógica sucesión, debería hacerlo el vicepresidente. Con todo, se podría plantear una sustitución con algún miembro del Govern de militancia posconvergente. Por ejemplo Josep Rull. Pero no, por poner un nombre al azar, Jordi Sánchez o Elsa Artadi, integrantes estos de la lista del 21-D, pero no del Consell Executiu. A micro abierto, Rovira simplemente se limitó a no responder a si apoyarían a otro posconvergente que no fuera Puigdemont.

Recuerdan los republicanos que en campaña, el simple deseo de aupar a Oriol Junqueras a la presidencia fue tildado por los posconvergentes casi de traición por entender que se trataba de una especie de adhesión inquebrantable republicana al 155.

«No contemplamos una alternativa distinta a que Puigdemont pueda volver a ser investido presidente -afirmó ayer Rovira- puesto que así lo han querido la mayoría de los catalanes con sus votos». Y esto pasa por la posibilidad de que «pueda regresar del exilio forzoso y de que sean liberados» el líder de ERC, Oriol Junqueras, y los demás presos soberanistas.

Aun quedando a la espera de ser abordados por los neoconvergentes, los republicanos exponen también su idea de lo que debe de ser el futuro Govern. Así, apuestan por que se forme de manera rápida un Govern de amplia base que, ese sería su deseo, incluyera a la CUP e, incluso, dado el carácter social que ERC quiere imprimir a la legislatura, a los comuns. Horas antes, el portavoz de ERC, Sergi Sabrià, había apostado también por este Ejecutivo de suma: «No hay otra posibilidad, lo hemos tenido claro. El planteamiento es hacer más fuerte la unión, que esté la CUP y un gobierno de concentración», declaró a Catalunya Ràdio.