La reincorporación de Arnaldo Otegi a la política vasca ha estado marcada por la normalidad y una cierta indiferencia. Su salida de prisión, largamente esperada y anunciada por la izquierda aberzale, estaba ya descontada desde hacía tiempo. Diluida ya la efervescencia de las primeras semanas, y tras varios pronunciamientos públicos, se comprueba que el mensaje de EH Bildu y su estrategia a corto plazo apenas han sufrido variaciones.

La reacción de los partidos vascos ha ido desde el abierto rechazodel PP a la tibia reacción del PNV, que siempre ha defendido que no debía haber ingresado en prisión, pero que sabe que el liderazgo de Otegi puede reactivar electoralmente a una izquierda aberzale con malas expectativas electorales. Muy similar ha sido la actitud de Podemos, que también considera una buena noticia la salida de prisión del líder independentista, aunque guardando siempre las distancias con la formación con la que más claramente pugnará en busca de votos en los comicios autonómicos de otoño. Los socialistas vascos, por su parte, se han dividido entre quienes han mostrado su apoyo a Otegi, como su expresidente Jesús Eguiguren, y quienes le han criticado por autoproclamarse “artífice de la paz”, como le ha afeado la secretaria general del PSE, Idoia Mendia.

LOS GESTOS DE OTEGI

El pasado 1 de marzo, a las puertas de la prisión de Logroño, Otegi vivió uno de sus actos con más repercusión mediática. Ya desde el primer día dejó claro que el final del terrorismo no tenía vuelta atrás, y realizó varios gestos que buscaban mostrar cercanía con las víctimas de ETA. En una entrevista en la radiotelevisión pública vasca, aseguró que en la cárcel había empatizado con los familiares de los asesinados por la banda. Incluso ha afirmado que se alegra de que los amenazados puedan ya vivir sin escolta, y ha admitido que el mundo de Batasuna ha cometido “grandes errores” en los últimos años.

Pero estos movimientos no han servido para convencer al resto de partidos de que su salida de prisión vaya a provocar avances en la posición de la izquierda aberzale. Por el contrario, su principal efecto ha sido reforzar a los sectores, aún muy minoritarios, que discrepan de la estrategia de Sortu. Con todo, durante la última legislatura, con Hasier Arraiz al frente, Sortu se ha aproximado al PNV en varias cuestiones relacionadas con el derecho a decidir y el autogobierno. De hecho, precisamente durante el reciente juicio en el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco contra Arraiz, el dirigente aberzale recibió el apoyo del presidente del PNV, Andoni Ortuzar, que no tuvo inconveniente en compartir movilización con la cúpula de EH Bildu.

CATALUNYA COMO REFERENTE

En las escasas comparecencias públicas realizadas, Otegi ha reiterado que su referente en la senda soberanista es el 'procés' catalán. En un acto cargado de simbolismo, celebrado en un abarrotado velódromo de Anoeta en el que miles de simpatizantes le recibieron como a un héroe, el secretario general de Sortu proclamó que es imprescindible abrir “un segundo frente independentista” en Euskadi para apoyar la apuesta soberanista catalana.

Precisamente, este será uno de los principales argumentos de la izquierda aberzale en la próxima campaña electoral vasca, en la que Otegi será el candidato de EH Bildu salvo sorpresa mayúscula. Además de reclamar el acercamiento de los presos, una proclama inexcusable ante su militancia, la izquierda aberzale intentará buscar un perfil propio frente a Podemos, una fuerza al alza que está capitalizando el voto joven y “rebelde”. Y su principal argumento, como ha ocurrido en los últimos años, será apostar por la independencia. Pero lo hará en solitario, ya que ni el partido de Pablo Iglesias ni el PNV tienen el menor interés en acompañarle en ese camino.