Rita Barberá falleció este miércoles en Madrid alejada tanto del que había sido su partido toda su vida, el Partido Popular, como del Ayuntamiento de València, que gobernó durante más de dos décadas, y de Les Corts, donde fue diputada más de treinta años. Y su familia no quiere que su funeral sirva de reencuentro. Por eso en un breve comunicado, tras agradecer las muestras de afecto recibidas, expresó su deseo de que los actos fúnebres se celebren “en la intimidad de familiares, amigos y allegados” y subrayó lo “conveniente de la ausencia de instituciones públicas y partidos políticos”.

Tras perder la alcaldía, en mayo de 2015, Barberá no llegó a recoger su acta de concejal en el consistorio ni asistió al traspaso de poderes con Joan Ribó, su sucesor. La exalcaldesa recaló en les Corts que pocos meses después le nombraron senadora autonómica pero esta misma institución aprobó en octubre una ley que permite revocar estas designaciones en caso de que se den comportamientos que provoquen su propio desprestigio.

La iniciativa llegó tras ser Barberá citada a declarar como investigada por el ‘caso Taula’. Este caso hizo que la cúpula nacional y autonómica del partido empujara a Barberá a darse de baja en el Partido Popular, algo que hizo el pasado mes de septiembre y que le llevó al Grupo Mixto del Senado. El deseo de la familia es que nadie en representación de estas instituciones ni del Partido Popular y del resto de partidos acudan a su sepelio. En principio, está previsto que su funeral se celebre el jueves a primera hora de la tarde en el Tanatorio Municipal de València. Su muerte ha llevado también a los Reyes de España, que estarán el jueves en la ciudad para entregar los Premios Jaume I y visitar el Mercado Central por su centenario, a pedir que se suspenda el cóctel oficial que se había preparado para respetar los tres días de luto oficial que ha establecido la ciudad.